Historias y Personajes: “El Señor del Serpentario” – séptima parte

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Nota aclaratoria: No recibimos la sexta entrega de la serie.

ENTREVISTA CON EL PROFESOR Y LICENCIADO HÉCTOR JAIME TREVIÑO VILLARREAL, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA DE LA LENGUA VIPERINA

RES.- ¿Se ha creado algún premio?

HJTV.- Lo tenemos. Por cuestiones ecológicas no lo hemos dado en los últimos dos años, porque es el "Cascabel de oro". A las víboras distinguidas como el profesor Mario Elizondo, a Chuy Chapa al ingeniero Leopoldo Espinosa, a Napoleón Nevárez, a Leonardo Villarreal, a Juan Alanís y otros más.

RES.- ¿Cuáles son los méritos para recibirlo?

HJTV.- Que se hayan destacado fundamentalmente en las sesiones de la Academia y fuera de ella, por su veneno. Por sus comentarios filosos, picosos. Pero que, además, sean hechos con inteligencia, con finura y que también aporten conocimiento. Que no nada más sea destrozar por destrozar.

Llegó un momento en que las leyes ecológicas se pusieron muy estrictas y ya no teníamos dotación de cascabeles. Estamos pendientes de entregárselo a varios compañeros que se han destacado en este arte. Estas leyes ecológicas al parecer han propiciado que proliferen mucho las víboras de cascabel que es nuestro emblema, que es nuestro tótem, nuestro símbolo, y ya hemos conseguido algunos cascabeles. Tenemos una buena dotación.

También se han dado diplomas de reconocimiento a El Regio.com, a Collazo que es un gran caricaturista, al Ing. Leopoldo Espinosa Benavides y a algunos otros personajes importantes y distinguidos.

RES.- Finalmente, ¿ya estás escribiendo la crónica, la historia de la Academia de la Lengua Viperina?

HJTV.- Hay algo escrito. Ya tenemos escritas algunas cosas. Iniciamos explicando de porqué la Academia. Es decir, porqué es una Academia, no una peña, no un grupo, no una asociación.

Hay que recordar que la palabra Academia la popularizó Platón. Deriva de Academos, aquel personaje que ayudó a Pólux y Cástor, que eran los hijos de Zeus, a encontrar a su hermana y por esa razón no arrasaran con los terrenos en los que vivía Academos. En estos terrenos estaba un jardín hermoso. Ahí fue donde Platón creó su Academia y tuvo grandes discípulos entre ellos Aristóteles.

A Aristóteles ya no le gustó mucho el término Academia y creó su propia escuela, el Liceo.

La Academia es una reunión de personajes sabios. Platón tenía una inscripción a la entrada del edificio: "Aquí no entra nadie que no sepa matemáticas". Probablemente si nosotros ponemos acá una inscripción similar, salvo el Conde y algún otro pasarían. Los demás reprobaríamos.

La Academia, además de ser un grupo de sabios, también es una caterva de individuos llenos de desenfado, donde también se reta a la sociedad y al orden establecido. Por eso tomé yo el concepto de Academia. Y Lengua Viperina por lo que es la víbora de cascabel.

A Emma Reyna la nombramos Cronista de la Academia de la Lengua Viperina y escribe, toma nota, tiene los nombres de todas las personas que han asistido. La Academia de la Lengua Viperina la integran más o menos 120 personas, ¡Ojalá nunca vayan todas un miércoles, porque no cabríamos!

La Academia nos ha dado también anécdotas interesantes. En la silla del dictador no se puede sentar nadie sin permiso. Se cuenta, yo no estuve presente, me ausenté, que en la silla se sentó la maestra Yolanda Blanco y resulta que a los 10 días dejó la Secretaría de Educación. Creo que esta anécdota la inventó Napoleón.

Hay ahí un estigma, un maleficio para quien se siente sin permiso en la silla del dictador. Luego fueron Abel Guerra, Reyes Tamez, grandes personajes nue-voleoneses que ya hemos mencionado y como que se corrió el rumor. Llegan y nadie, aunque yo les ofrezca la silla, nadie se quiere sentar.

Deben haber sido Napoleón Nevárez Pequeño y Guadalupe Hinojosa , quienes propagaron este rumor, pues ellos son muy ágiles mentales para este tipo de cosas.

De modo que hemos tenido muy grandes satisfacciones. Solamente han fallecido tres personajes de las víboras: Jesús Iruegas Zavala que lo extrañamos mucho. Él siempre tenía un comentario certero y de puntualización. Don Carlos Navarro que era un personajazo, superintendente de Ferrocarriles, promotor de lucha libre, siempre llegaba bien trajeado, era de buen verbo. Y el tercero, Edelmiro Garza Torres, gran amigo, compañero.

Los tres, siempre nos manifestaron: – Aquí revivimos. Nos gusta venir. Edelmiro me dijo traigo algunos problemas físicos pero venir aquí me ha servido mucho. Don Carlitos se murió un miércoles. Recién nos platicó Panchito Alvarado que se metió a bañar, se cambió, se puso su consabido traje, su corbata, se sentó en el filo de la cama, se recostó un rato y ya no despertó.

Son tres personajes que han fallecido. Pero, con esa salvedad, de que ellos nos manifestaban que gracias a la Academia estaban estirando su vida en este devenir existencial. Habría que agregar al maestro Alberto Luis Perales Ochoa quien nos acompañó cinco miércoles antes de su sentido fallecimiento.

RES.- Algo que desees añadir.

HJTV.- Invitar a todo mundo. Ahí está abierto, van desde doctores en biología, doctores en geología, grandes conocedores de la arquitectura, políticos en uso y en desuso, amas de casa… De todo tenemos ahí. Hay absoluta libertad de expresión.

Hay un dato muy interesante: a más de la mitad de los que asisten, yo no los conocía. Y ésa es otra de las virtudes de la Academia, que hemos hecho grandes amistades. Al doctor Rafael que tiene su grupo bohemio "El Gallinero", yo no lo conocía. A Rafael Pérez Salazar, un individuo grandote que frecuentemente habla en las sesiones, tampoco lo conocía. Yo no había convivido con el doctor Carlos Alatorre, aunque sabía de su existencia. Al Conde lo conocía como humorista y ahora es nuestro gran amigo.

Esto ha permitido hacer una gran familia. La Academia de la Lengua Viperina tiene ese gran orgullo: SER UNA GRAN FAMILIA. Algunos de los integrantes están en el gobierno, en el Congreso, en alguna institución cultural y para ellos es un orgullo decir: "Pertenezco a la Academia de la Lengua Viperina". Sin mayor problema, ni vergüenza, ni lo andan ocultando.

Además, son duramente criticados todos aquellos que omiten decir que son socios de la Academia de la Lengua Viperina. En un principio también teníamos reglamento. Cuando iniciamos, que era un "Club de Tobi", el arquitecto Benjamín Valdés, Director de Obras del INAH, era muy claro, muy preciso y decía: – ¡Por favor, cuando vayan al baño los varones machos, masculinos, levanten la tapa porque también vamos los arquitectos! Y dejaba con puntos suspensivos su indicación.

La otra normativa del reglamento, era muy dura y a algunos funcionarios les tocó padecerla. Establecía que cuando llegaran con el chofer, el sobrino, el amiguito, que lo dejaran allá afuera porque adentro les íbamos a decir que eran "mayates". Y ése no era el problema. El problema era que alguien se los pudiera arrebatar. Y no nos hacíamos responsables de esa situación.

Ya no lo hemos hecho últimamente, no sea que sí vaya a ser cierto.