A lo largo del país seguía la revuelta, día a día mas mexicanos se integraban a las filas de la Revolución, todos aquellos que estaban oprimidos y que eran víctimas de los terratenientes y caciques no lo pensaron mucho y con audacia y valor se lanzaron a la lucha armada.
A lo largo del país seguía la revuelta, día a día mas mexicanos se integraban a las filas de la Revolución, todos aquellos que estaban oprimidos y que eran víctimas de los terratenientes y caciques no lo pensaron mucho y con audacia y valor se lanzaron a la lucha armada.
Apolinar Cázares Morales era un trabajador minero que con audacia e inteligencia se adentraba en las profundidades de la tierra, y a fuerza de barreta y mazo, perforaba la roca para colocar la dinamita que desgajaba las entrañas de la sierra y luego con mucha fibra y esfuerzo, ayudaba a sus compañeros a extraer la roca que contenía el metal que tanto codiciaban las compañías extranjeras.
El había nacido en un hogar de campesinos que se ganaban el sustento labrando la tierra, su padre: el Señor Juan Cázares Jasso y su madre la Sra. Benita Morales, día a día trabajaban afanosamente para darles a sus hijos un hogar digno y un alimento abundante.
Pero el destino les tenía preparada una sorpresa, cuando pequeño, un día, se dio cuenta de que su madre de pronto había enfermado, y que por mas lucha que le hicieron, no fue posible salvarla; sin el amparo de la autora de su vida, ahogó su pena en el trabajo, ayudándole a su padre en los menesteres del campo, luego le ofrecieron trabajo en las minas, donde iba a ganar más, con el doble de esfuerzo; ya para entonces entre los jóvenes se rumoraba de los que se iban a la Revolución, y dejándolo todo sin importarle que podía perder la vida en la lucha armada, en 1911, se dio de alta en las filas del ejército del pueblo, y se fue a galopar las distancias y arremeter contra los vientos del destino, con tan sólo una carabina 30/30, que su padre le pusiera en sus manos, para que defendiera a la clase trabajadora e hiciera realidad los ideales y las aspiraciones del pueblo que sufría grandemente el oprobio a que los sometían los poderosos.
Con su audacia y valentía de hombre de bien, se fue ganando el aprecio y la estima de sus superiores y de pronto, de su natal Sabinas Hidalgo, se vio trasladado y luchando en el Estado de Durango; le tocó también estar al lado de los valientes que tomaron Ciudad Juárez, formando parte del ejército Villista; recorrió gran parte del territorio nacional y en la toma de Zacatecas, una bala enemiga queriendo acabar con su destino, le pega en el cuello y lo atraviesa en diagonal saliendo la bala por un costado sin ofender órgano vital alguno; su sangre quedó regada en las laderas de los cerros que rodean tan hermosa ciudad y por haber participado en tan memorable batalla y por haber luchado con tanta valentía le fue otorgado el grado de Capitán Primero.
Triunfó la Revolución que se hizo Gobierno y el país se empezó a pacificar; pero las ambiciones políticas de algunos, la sumergieron en una lucha interna que dio lugar a un desangramiento masivo en pos de los cotos de poder; cansado de la lucha y con ganas de estar con los suyos en 1918 se da de baja del ejército y vuelve a su solar nativo.
Lo recibe su padre que ya cuenta con una segunda esposa y conoce a sus medios hermanos que están pequeños; se reintegra a su trabajo y pronto piensa en casarse encontrando a la compañera de su vida en la Srita, María De los Reyes Castro, con quien procrea una hermosa familia compuesta de seis mujeres y dos hombres.
Me cuenta Francisco Cázares: éramos 17 hermanos, yo soy hijo de la tercera esposa de mi papá: mi hermano nació el 8 de enero de 1897 y murió el 14 de junio de 1972.
Se fue sintiéndose orgulloso de haber luchado y dado su sangre por su Patria y de haber puesto en alto el nombre de su natal Sabinas Hidalgo.
Los que lo conocieron sabían que era un hombre de bien y el Gobierno lo premió dándole un derecho agrícola en el Ejido de Sabinas.
Descanse en paz un soldado de la Patria.
17 de Enero de 2010
Profr. Santos Noé Rodríguez Garza