Una Feliz Navidad

Editoriales

Sin cerrarse al mundo, es indispensable conservar tradiciones y costumbres que dieron vida y forma a la cultura nuestra.

La modernidad y sobre todo la internacionalidad ha hecho mella al ir mermando el espíritu mexicano navideño.

La verdadera esencia de dar (posada, alegría) hacer felices con cánticos, dulces o alimentos a los parientes o vecinos ha disminuido.

La piñata, pastorela, la noche buena, hasta los Reyes Magos con su rosca simbolizando en cada uno de sus componentes un buen deseo: el dátil la alegría; la pera, la fertilidad; la manzana, la amistad; el higo, la posteridad; el durazno, la cordialidad; hasta llegar a la cereza, que es la paz.

Todas esas costumbres nos llenan de recuerdos, de nostalgia, de tiempos idos que poco a poco se van desvaneciendo, y aunque comparta o no los ritos religiosos, cuando menos solidaricémonos con el lado humano, regalando cuando menos hoy un modesto juguete o algo de recalentado no sólo al amigo, pariente o socio, sino a quien carece de ello y pasemos todos, si no una noche buena, cuando menos una feliz navidad.