El antiguo Valle de Santa Catarina de Nueva Extremadura está conformado por los municipios de Santa Catarina y San Pedro y una parte de Monterrey y de García, Nuevo León. Está delimitado hacia el poniente por la Cuesta de los Muertos, al oriente el Cerro de la Silla, al sur toda la majestuosidad de la Sierra Madre Oriental en sus sitios denominados El Mirador, Chipinque y la Sierra de la Ventana. Mientras que al norte está perfectamente delimitado por la Sierra de las Mitras y unas continuaciones orográficas de la misma conocida como la Loma Larga al oriente.
Todo éste valle tuvo su origen, junto con las montañas que lo limitan hace aproximadamente 2,000 millones de años durante la era Azoica y Criptozoica, extendiéndose su formación hacia la era Mesozoica, en que se formaron la Sierra Madre Oriental y la Sierra de las Mitras, gestándose como resultado de los pliegues derivados de fenómenos orgánicos que al fracturar la corteza, salieron los magmas interiores y modificaron el paisaje local, definiendo los relieves montañosos que en la actualidad conocemos, mismos que obtuvieron sus caprichosas formas debido a la actividad conjunta de la erosión causada por el viento, el clima y las lluvias.
Por ser las Mitras un símbolo característico en nuestra fisonomía urbana, desarrollaré algunos aspectos sobresalientes de su historia y de su importancia para el valle en el cual habitamos. Las Mitras presenta al horizonte poniente de la Plaza Zaragoza en pleno centro regiomontano, un perfil semejante a una mitra episcopal. De igual forma existen tres formas semejantes al gorro que visten los obispos en las ceremonias litúrgicas y que se pueden ver desde Santa Catarina y San Pedro. Por eso se le conoce como la sierra o cerro de las Mitras.
La serranía es muy escabrosa teniendo su punto más alto 2,020 metros y cuenta con numerosos yacimientos de mármol, yeso y metales plomosos. Tiene una extensión mayor de 18 kilómetros y comprende cinco municipios: de su lado sur con Monterrey, San Pedro Garza García y Santa Catarina y del lado norte con Monterrey, Escobedo y García. Es probable que antes de 1596, se le conociera a ésta cordillera con su nombre. De hecho se le atribuye a Alberto del Canto, fundador de la Villa de Santiago del Saltillo como la persona que impuso los nombres, ahora tan comunes para la zona metropolitana: Santa Catarina, Cerros de la Silla y de las Mitras, Río de Santa Catarina y arroyos de Santa Lucía. En el acta de la fundación de Monterrey aparece el nombre de las Mitras en dos ocasiones, refiriéndose como punto limítrofe de su jurisdicción.
En los años siguientes se localizaron ricos minerales de plata, surgiendo la más importante y antigua de todas las del Nuevo Reino de León: la Mina de San Antonio, situada enfrente de la zona industrial conocida como la Leona en San Pedro Garza García. Posteriormente se localizaron otros minerales pero que no llegaron a alcanzar en importancia a la de San Antonio. Preferentemente sacaban de sus entrañas metales plomosos. Pero nunca llegaron alcanzar el auge deseado debido a lo difícil de su acceso y a las constantes inundaciones que sufrían sus tiros y túneles. Es más, ocasionó que la mayoría de los habitantes de Monterrey pensaran que el cerro era un depósito natural de agua que suministraba el vital líquido a todas estancias y rancherías del valle.
Para 1626, el Gobernador del Nuevo Reino de León, Martín de Zavala, acudió personalmente a las minas del Cerro de las Mitras para cerciorarse de sus ricas vetas argentíferas. Pero a la larga otros problemas aparecieron e impidieron el desarrollo económico de las minas: los mineros se quejaban de que constantemente los indios de la nación tetecuara los molestaban y se llevaban el fruto de su trabajo. Constantemente había derrumbes, por ejemplo en 1688, el regidor del Ayuntamiento de Monterrey, el Capitán Rodrigo de Ochoa cayó a uno de sus precipicios y a finales del siglo pasado, una mina se derrumbó ocasionando la muerte de tres personas. A partir de 1903 se utilizó la dinamita para la búsqueda de nuevas vetas y desde 1925 el cerro comenzó a ser perforado para explotar otros recursos minerales.
Otro acontecimiento importante que conviene señalar es que en 1813, cuando los realistas entraron a la Pesquería Grande, actual García para echar a los insurgentes, los que cayeron prisioneros fueron colgados en el trayecto del antiguo camino a García, correspondiente actualmente a la Avenida Clouthier y Luis Donaldo Colosio. De igual forma, se decía que el camino a García originalmente entroncaba a Santa Catarina en los llamados temporales cercanos al Mercado de Abastos y a las colonias Norberto Aguirre y Tepeyac. Seguía el trazo de la antigua acequia y se entraba por la calle de Zaragoza al norte, conocida también como el Bolsón. Por eso dicen que la fachada del templo parroquial de Santa Catarina en lugar de ver a la plaza ve al norte.
Cuando se construyó la Alameda de Monterrey a mediados del siglo XIX, como sus dimensiones eran muy grandes y hacia el poniente de su traza estaba despoblado, se decía que la alameda llegaba hasta el Cerro de las Mitras. Todo el monte era propicio para la cacería de piezas menores y de osos, venados, lobos y jabalíes. Cuando los cazadores bajaban con sus piezas, destazaban y “curaban” la carne de sus piezas para quitarle el sabor “al monte”. Pero debían cuidarse en el verano, ya que abundaban las víboras de cascabel que salían de sus nidos y se situaban a la orilla de las veredas.
Antiguamente la parte sur del cerro estaba dividido en 15 porciones de terreno que pertenecían a las familias de los García, de Luna, Ayala, Ordóñez, Dávila, Garza, Buentello, González, Montemayor, Quiroz y Belden. Tanto de un lado como del otro había pequeñas majadas en las que vivían los pastores con sus hatos de cabras y corrales. Por último, quisiera explicar el porqué del lado norte hay mucha vegetación y del lado sur la montaña tiene poca vegetación: los vientos húmedos procedentes del Golfo de México mantienen los ecosistemas ricos y variados. Mientras que del lado a Santa Catarina y San Pedro, los vientos son secos y proceden de la Mesa del Norte.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina