Don Francisco Ignacio Madero González nació en la Hacienda del Rosario de Parras de la Fuente, Coahuila, el 30 de octubre de 1873, hijo de Francisco Madero Hernández y de Mercedes González Treviño…
Don Francisco Ignacio Madero González nació en la Hacienda del Rosario de Parras de la Fuente, Coahuila, el 30 de octubre de 1873, hijo de Francisco Madero Hernández y de Mercedes González Treviño. El origen de la familia Madero está en Chihuahua. El primero que se asentó en Coahuila fue el ingeniero agrimensor Francisco Madero Gaxiola (1775-1833) que llegó a medir tierras en las vastas llanuras de la provincia de Coahuila y Tejas. Él se casó con Victoriana Elizondo, hija de Nicolás Elizondo, hermano del famoso héroe de Acatita de Baján, Ignacio Elizondo.
El primer Madero que llegó a Coahuila participó activamente en la vida política de la región y se asentó en Río Grande, actual Guerrero, Coahuila en donde nació su hijo al llamó Evaristo Madero, nacido en 1828. Este al amparo de Santiago Vidaurri, formó un capital basado en la agricultura y en la arriería. Contrajo matrimonio con Rafaela Hernández con quien procreó a siete hijos, siendo el mayor Francisco. Don Evaristo logró formar alianzas familiares con grupos empresariales y políticos de Nuevo León, en donde residió un tiempo, antes de comprar la hacienda El Rosario y luego San Lorenzo en Parras en donde formó un emporio agrícola e industrial en la década de 1870.
Como ya les había señalado, los nexos de la familia Madero con liberales norestenes es muy notoria, pues son sobrinos de aquel que entregó a Hidalgo en Acatita de Baján y en consecuencia de una de las dinastías políticas que se formó en la Pesquería Grande, siendo su principal cabeza don Joaquín García, abuelo a su vez del último gobernador caudillo don Genaro Garza García.
Francisco Ignacio junto con su hermano Gustavo, fueron inscritos en el colegio San Juan de Saltillo, para luego realizar estudios en París y en Berkeley, California. Hacia 1891 Madero comienza su afición por la filosofía espiritista, en donde también sobresale por la medicina homeopática y por el ocultismo. Se dice que por las noches captaba los espíritus de su hermano Raúl, muerto a los tres años y luego el espíritu de Benito Juárez que lo invitaba a la rebelión.
A su regreso, Madero se asienta en 1893 en San Pedro de las Colonias, Coahuila, en donde al poco tiempo se casa con Sara Pérez y desarrolla a la par de sus negocios agropecuarios, sus ideas políticas y sociales. Por ejemplo, en 1904 convocó a un mitin y creó un club democrático al que le puso precisamente Benito Juárez.
Tomó muy en serio las palabras de Porfirio Díaz cuando le dijo a James Creelman que el vería con buenos ojos la participación política de los mexicanos, a los que consideró listos para la sucesión presidencial de 1910. Para ello Madero publicó su libro “La Sucesión Presidencial en 1910” y toma como lema Sufragio efectivo no reelección, que paradójicamente enarboló don Porfirio Díaz en contra de Benito Juárez en 1868 y 1872.
Madero se inscribe en las elecciones y sale derrotado. Durante su campaña electoral, visitó Monterrey en junio de 1910 y fue objeto de un frío recibimiento de parte de lo más granado de la sociedad regiomontana, aun y cuando tenía sus raíces maternas en la región. Acusado de rebeldía ante el régimen, fue detenido en San Luis Potosí y dos meses después huyó con rumbo a la ciudad de San Antonio, Texas en donde proclamó el Plan de San Luis, en donde hace un llamado para que los grupos políticos y armados inicien la revolución el 20 de noviembre de 1910.
El 17 de mayo de 1911 se logra un armisticio entre el llamado ejército libertador con las fuerzas federales, logrando el Tratado de Ciudad Juárez en donde acuerdan la renuncia de Porfirio Díaz a la presidencia de la república y de Ramón Corral a la vicepresidencia. Para ello nombraron a Francisco León de la Barra como presidente interino, cuya responsabilidad se limitaba a convocar a nuevas elecciones de acuerdo a la Constitución.
Madero obtiene una victoria aplastante y toma posesión como presidente de la República el 6 de noviembre de 1911. Su presidencia duró 15 meses y estuvo marcada por distintos problemas, primero porque se hizo apoyar de grupos científicos aun leales al viejo régimen, hizo una separación real de los tres poderes, se enemistó con el entonces embajador norteamericano Henry Lane Wilson, no pudo controlar la rebeldía de Félix Díaz ni el retorno del general Bernardo Reyes. Lo peor es que depositó su confianza en el general Victoriano Huerta.
Todos estos factores coincidieron en la llamada Decena Trágica que inicia el 9 de febrero de 1913 y que concluyen con el asesinato de Madero y de su vicepresidente José María Pino Suárez el 22 de febrero de ese año.
Ciertamente que el maderismo representó al clamor de las clases medias que pedían más apertura del porfiriato, especialmente para acceder a las mismas oportunidades que generó para ciertes élites y grupos empresariales, mineros y agropecuarios.
Así terminó la vida de un apóstol de la democracia, que desarrolló los poderes místicos, que platicaba con el espíritu de Benito Juárez, que buscó la constitución de un país libre, regido por sus propios ciudadanos, que tal vez pecó de ingenuo y no supo rodearse de los hombres a la altura de su grandeza y que por eso se le considera artífice de un gobierno débil; que de joven fue un exitoso agricultor, de buenos sentimientos, de baja estatura, considerado por Bernardo Reyes como chaparro, feo y vegetariano y que practicaba la medicina alternativa en los alrededores de San Pedro de las Colonias y que tuvo a bien derrocar un régimen que duró casi 35 años en el poder.
Por eso que Viva Madero.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina