En su columna “Mirador”, que se publica en la página editorial de “El Norte”, Don Armando Fuentes Aguirre escribió recientemente: “En Navidad los hombres descansamos de nosotros mismos. Hacemos a un lado la triste carga que llevamos de mezquinidad y envidia, de indiferencia y desamor, y otra vez nos hacemos como niños…”
Al respecto, hemos de admitir que en esta época estamos más receptivos, y que mucho de lo que nos rodea nos motiva e influye en nuestro comportamiento, aunque no siempre en forma positiva.
En calles, avenidas, edificios y plazas públicas, y, sobre todo en cientos de hogares, brillan y lucen en todo su esplendor los adornos propios de la temporada navideña.
Ademas, en los periódicos vemos a diario decenas de anuncios de tiendas, restaurantes y otro tipo de negocios promocionando sus productos, ofertas, eventos y espectáculos tradicionales en esta época.
Y qué decir de la televisión, donde por estas fechas abundan las películas y los programas especiales con motivo de la Navidad. Todo ello contribuye a crear la atmósfera y el ambiente tan especial que no vemos ni sentimos el resto del año.
En diciembre también abundan las “posadas” y las convivencias familiares, y se incrementan los bailes y las bodas, entro otros festejos, sin contar con que por estas fechas aumenta considerablemente el flujo vehicular por toda la gente que regresa al terruño luego de trabajar durante varios meses en el vecino país del norte.
Debido a ello, estas fechas también son propicias para los accidentes, por lo que no está de más evitar, hasta donde sea posible, caer en exceso, sobre todo en el consumo de bebidas alcohólicas.
Actuemos, pues, como personas responsables, disfrutando sanamente las fiestas navideñas, e iniciemos el año 2008 con alegría y plenos de salud.