Semanas atrás comenté acerca del desorden administrativo y financiero que encontraron los alcaldes entrantes, no sólo en los municipios del área metropolitana, sino también en algunos de la zona rural.
Dicha situación, que no es ninguna novedad, pone en un predicamento a las autoridades municipales desde el preciso instante en que inician su gestión, al no contar con recursos económicos para el arranque, y sí muchas presiones por adeudos a proveedores y prestadores de servicios, así como por el pago de la nómina, rubro que se “come” una gran tajada del presupuesto de cualquier administración, principalmente por los sueldazos que se autorrecetan los altos funcionarios.
Sin embargo, hay alcaldes que ven la tempestad y no se hincan, pues aunque por un lado se lamentan de la situación imperante, por otro empiezan a derrochar recursos.
Un caso muy notorio es el del Alcalde de Monterrey, Adalberto Madero Quiroga, quien, fiel a su costumbre, en cuanto asumió este cargo inició su precampaña por la Gubernatura, pues, al menos en su caso, hasta ahora le ha dado buenos resultados tomar ventaja.
Así las cosas, teniendo en la mira la silla que actualmente ocupa José Natividad González Parás, de inmediato empezó a transmitirse en la televisión un comercial en el cual, para variar, lo presentaron como muy madrugador y de buen diente.
Es obvio pensar que en dicho comercial, primero de muchos más que seguramente veremos a medida que avance la administración regia, se gastó un monto considerable de recursos, a pesar de los reclamos del propio Madero por la escasez de los mismos.
Finalmente, la impresión que queda es que la tan cantada sensibilidad de Adalberto Madero, al menos en este rubro, brilló por su ausencia, pues en aras de su ambición personal no se tentó el corazón para derrochar recursos que no tienen, o que,en todo caso, podrían ser mejor utilizados.