Tradición josefina en Nuevo León

De Solares y Resolanas

En otras páginas he tratado la relación de santos con el patronato y el nombre de muchos de nuestros pueblos. Desde San Juan Bautista, Santiago Apóstol, San Pedro y San Pablo, de Santa Catarina Mártir y de advocaciones marianas como nuestra señora de El Carmen y de Guadalupe. En ésta ocasión quiero tratar la devoción a San José en Nuevo León.

Tenemos muchos templos y parroquias que le rinden respeto. En Monterrey sobresalen las parroquias y templos de San José de los Padres Josefinos enfrente del hospital de zona del IMSS, en 15 de Mayo casi esquina con Cuautémoc. San José en El Uro elevada a parroquia desde 1991. San José de la Montaña en el Topo Chico en 1986. En Apodaca, San José, colonia La Noria de 1993. En Santiago, San José en El Barrial. En San Nicolás de los Garza, San José Obrero ubicada en la colonia Cuauhtémoc , elevada a la categoría de parroquia en 1963 y la Sagrada Familia en la colonia Chapultec de 1952. San José es el patrono de Sabinas Hidalgo cuya elevación a parroquia data de 1863 y Los Ramones en 1974.

Zaragoza, Nuevo León surgió como una misión dedicada a San José. En 1626, fray Lorenzo Cantú del convento de Charcas, siguiendo a un grupo indígena conocido como “negritos bocalos” que salieron del Gran Tunal, actual Matehuala y llegaron hasta un sitio montañoso, repleto de bosque y un gran río al que llamaron Río Blanco. Ahí fundaron dos misiones: San José del Río Blanco y Santa María de los Ángeles del Río Blanco. Ambas a la vera de un maravilloso río cuya blancura nos recuerda a la pureza y en ese lugar nace el río con ese nombre. Mina tiene a San José de la Popa y en García estaba la hacienda de San José de las Mitras. Y en Galeana está la ex hacienda de San José de Raíces.

El principal promotor de la figura de San José vivió un tiempo en Monterrey. Se trata del padre José María Vilaseca quien nació el 19 de enero de 1831 en Igualada, España. En 1853 llegó a México para ingresar a la Congregación de la Misión de los padres paúles en 1853. Fue ordenado sacerdote en 1856. Tres años después fundó en Monterrey una casa de su congregación. En 1867 la congregación se hizo cargo del Seminario de Monterrey, convirtiéndose en rector de su comunidad entre 1868 y 1869. Promotor de las publicaciones cristianas entre ellas el Propagador de la devoción a San José y la Sagrada Familia vigente hasta el día de hoy. En 1872 fundó dos congregaciones una para mujeres que lleva el nombre de las Hijas de María y del Señor San José y otra para varones. Desterrado por la persecución, regresó a México dejando la congregación y entrar de lleno a su nueva familia de los Misioneros Josefinos en 1877. Murió en México el 2 de abril de 1910. Se distinguió como misionero, educador, escritor de temas sagrados y fundó asilos y hospitales. Tiene abierta una causa de canonización.

Los padres o misioneros josefinos se hicieron cargo del templo de San José en Monterrey el 9 de noviembre de 1902, siendo arzobispo de Monterrey don Santiago de la Garza Zambrano. Este templo es muy antiguo. Supuestamente se comenzó la construcción de un templo dedicado a San José en 1780 allá por el rumbo poniente. El templo pronto se hizo popular entre los fieles regiomontanos, por su buen prestigio y el cariño de los devotos que acudían a misa.

Con el correr del tiempo, el padre Juan María Tronce, un sacerdote procedente de San Antonio, Texas, se hizo cargo de la parroquia de San Miguel en Bustamante en 1887. Luego fue nombrado en 1892 primer capellán del templo de San José, especialmente para destinarlo como oratorio. El edificio se hizo en un terreno donado por José M. Anguiano y su señora esposa Josefa Castañeda. Luego intervino un misionero josefino de nombre Vidal Rojo en la construcción de la casa de Dios dedicada a San José.

El templo está en frente del hospital de Zona del IMSS y los padres josefinos apoyan la pastoral de la salud. Cada día 19 hacen misa por los enfermos. Los josefinos son muy conocidos, pues además de promover la devoción a San José administran el sacramento de la confesión. Como parte del trabajo pastoral, desde su llegada a Nuevo León, hubo misioneros josefinos que trabajaron en algunas parroquias del estado mientras las religiosas josefinas atendieron el hospital de San Vicente de Paul y mantenían un colegio en Monterrey. También las hermanas del Verbo Encarnado enseñaban en un colegio llamado de San José que luego se convirtió en el Colegio Mexicano.También hay una congregación llamada Oblatos de San José quienes atienden desde 1952 la parroquia del Espíritu Santo en la colonia Anáhuac en San Nicolás de los Garza.

También la devoción josefina en Coahuila es notable, la parroquia de Cuatro Ciénegas está dedicada a San José. En Ramos Arizpe hay una comunidad llamada San José de los Nuncio. En Saltillo había un colegio llamado de San José que se convirtió en el prestigiado Ateneo Fuente.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina