Las Doce Verdades

De Solares y Resolanas

Han estado preguntando por las Doce Verdades. Aparentemente los misioneros franciscanos las usaron para enseñar un catecismo sencillo, en el cual un número representaba una verdad de fe. Ahora, recuerden que la fe es la respuesta que nosotros damos a la revelación divina y se justifica como una adhesión total, un acto personal y eclesial como fundamento de la vida cristiana. Aun con influencia medieval, con un sentido mágico y tal vez ingenuo, se les enseñaba a los indios para entender la base de la nueva religión. Luego le dieron otro significado: además de ser un catecismo, la oración era idónea para alejar los malos espíritus y las tentaciones. Para algunos tienen una función catequética y para otros no dejan de ser una serie de supersticiones.

Las Doce Verdades eran rezadas durante los entierros, en los bautizos, después de concluir el rosario, cuando preparaban las comidas, para antes de dormir y hasta para iniciar un viaje. Por cada rezo de una verdad, hacían un nudo en una cuerda. A veces buscaban el cordón franciscano y otros un cabestro con la crin de un caballo. Otros con un cordel y hasta con hilo. Esta es una práctica muy parecida a la tradición de las cabañuelas: cada día de enero representa la totalidad de los meses del año. Si el día 10 hace calor, octubre será templado. Luego lo curioso: retroceden los augurios a partir del día 12 al 24. Pues bien, las Doce Verdades iniciaban del uno al doce y luego el reto, para estar seguro de saberlas y de nuestra fe se rezaban al revés. Al concluir los doce nudos, el mal queda deshecho por el conjuro.

Hay muchas jaculatorias religiosas y fórmulas mágicas para defenderse de la presencia de un demonio, de una entidad espiritual maligna o de una bruja. Para las primeras se hacen exorcismos. Para detener la acción de las hechiceras, obviamente la más recomendable es la oración conocida como “Las Doce Verdades del Mundo”, que se reza de la siguiente manera: “Las Doce Verdades del Mundo, donde vive Cristo y reina por siempre amén. Cristiano bueno decidme una”: la casa santa de Jerusalén, las dos tablas de Moisés, las tres trinidades, los cuatro evangelios, las cinco llagas, los seis brazos del candelabro, los siete palabras, los ocho gozos, los nueve meses, los diez mandamientos, las once mil vírgenes y los doce apóstoles.

Por cada rezo un nudo y luego viene al revés: los doce apóstoles, las once mil vírgenes, los diez mandamientos, los nueve meses, las ocho gozos, las siete palabras, los seis candelabros, las cinco llagas, los cuatro evangelios, las tres divinas personas, las dos tablas de Moisés y la santa casa de Jerusalén, donde Jesucristo vive y reina por siempre jamás. Pero se le añade una petición la cual es efectiva para atrapar a la bruja: “De las doce verdades del mundo hermano bueno quiero que me digas trece, trece rayos del sol conduzcan a las brujas y a las hechiceras a los infiernos y así sea Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén”. Cuenta la conseja popular que una vez vencida la bruja, si se le quiere dejar ir, se deben rezar las Doce Verdades pero al revés.

Según la tradición, cuando se observe en las alturas el vuelo de una bruja, la cual puede darse en la forma de guajolote, lechuza o águila, se debe elevar esta oración con un cordón entre las manos y a cada verdad que se pronuncie, se va haciendo un nudo. Al llegar a la segunda parte, hay que repetir las Doce Verdades al revés, y los nudos se van deshaciendo. Al terminar el rezo, la hechicera trataba de escapar al sentir la fuerza de la oración. Por lo tanto dejará su forma de fuego o de animal y caerá a tierra completamente paralizada y a merced de quien la atrapó con este rezo. El cordón habrá ya recibido la fuerza mística que dan las Doce Verdades y con él se podrá atar a la bruja. La bruja suplicará que se le deje ir porque si permanece cautiva, al salir el Sol quedará ciega. Pero cuidado de una equivocación o de un temor. Esta aventura tiene un riesgo: si se equivoca al recitarlas, la bruja recobrará fuerzas y bajará para tomar venganza de quien quiso someterla.

El rezo hace referencia a doce conceptos religiosos fundamentales para aceptar o conocer la religión cristiana: la primera jaculatoria es la santa casa de Jerusalén donde supuestamente vivió la sagrada familia y que ahora está en Loreto, Italia. Por eso termina el rezo: “donde Jesucristo vive y reina por siempre jamás; me ayuden y me protejan. Amén”. Gracias a los evangelios se sabe que la sagrada familia vivió en Belén, Egipto y Galilea, pero no en Jerusalén. Tal vez pueda ser la casa donde habitó la virgen María con el discípulo amado. Cuando Cristo inició su vida pública, su padre adoptivo san José ya había muerto. Las dos Tablas de Moisés son las que Yahvé le dio a éste en el monte Sinaí como una forma de sellar una alianza entre Dios y el pueblo elegido. El número tres hace alusión a las tres divinas personas: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y el número cuatro a santos evangelios reconocidos por el canon bíblico: el de Mateo, Lucas, Marcos y Juan.

La jaculatoria cinco tiene que ver con las cinco llagas o heridas que Cristo recibió en la crucifixión. La número seis a los seis brazos del candelabro que iluminaba el templo que mandó construir el rey Salomón. En el libro del Éxodo hay una referencia cuando se pide un candelabro con seis brazos y un central llamado la Menoráh cuyas luces representaban el número de los cinco planetas que se pueden ver a simple vista junto con el Sol y la Luna. En el siglo XIII, el ceremonial de los obispos para las misas pontificales prescribía el uso de seis candelabros. Luego siguen las siete palabras; en realidad las últimas frases que Jesús dijo antes de su crucifixión y que forman una parte esencial de la liturgia de la Semana Santa. El número ocho trata de los gozos como de los dolores; una tradición muy antigua acerca de la vida de san José que se festejan durante ocho domingos previos a su fiesta del 19 de marzo.

Luego los nueve meses de gestación en el vientre materno; las 36 semanas en las cuales se forma un bebé. Después los diez mandamientos contenidos en las dos tablas de Moisés. Son los mandamientos de la vida cristiana, el decálogo que Yahvé dio a Moisés para que los enseñara al pueblo como algo necesario para formar una alianza. La penúltima nos habla de las once mil vírgenes. En realidad se trata de la leyenda o vida de santa Úrsula en el siglo V, quien para casarse con un príncipe pagano, puso como condición visitar Roma para recorrer los lugares sagrados, acompañada por once doncellas. Supuestamente de regreso en Colonia, Alemania, fueron martirizadas por los hunos. Como en Colonia hay muchas reliquias de santos y mártires, ahí surgió la leyenda de las famosas once mil vírgenes. Y la última trata de los apóstoles, los primeros doce elegidos para apoyar el mensaje cristiano de salvación y arrepentimiento. Después de la resurrección y ascensión de Jesús, Él envió a sus discípulos para convertirse en sus testigos.

Las doce verdades eran enseñadas en forma oral preferentemente a quienes trabajaban por la noche y recorrían los caminos repletos de peligros. Ya casi no se le conoce y tal vez por ello despierte interés y curiosidad, pensando que su conjuro puede darnos un resultado mágico e inesperado.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina