El Chotis Monterrey de Aliber Medrano

De Solares y Resolanas

La tercera canción representativa de nuestra ciudad capital, es de Aliber Medrano quien compuso el Chotis Monterrey. Es una pieza instrumental la cual se canta o se toca con pura música que verdaderamente pone a bailar hasta el más negado para hacerlo. Si Severiano Briseño era potosino, Pepe Guízar tapatío, el tercero es orgullosamente de Nuevo León. Aliber Medrano González, pianista, pintor, director de orquesta, arreglista y hasta un personaje con cualidades excepcionales, nació en El Mezquital, Apodaca, el 16 de mayo de 1929, lugar de origen de su mamá, la señora Esther González Garza. Su familia se trasladó a Santa Catarina en 1936, pues su papá el profesor Viviano Medrano, aunque originario de Moctezuma, San Luis Potosí, estaba ligado desde su niñez a Santa Catarina, a la que llegó junto con su familia entre la que destaca un hermano de nombre Gabino, famoso por los dulces de leche que preparaba en un negocio familiar llamado La Lactina.

Aliber realizó estudios de música en la Universidad de Nuevo León y en la ciudad de México. Es considerado el fundador de la orquesta universitaria de la Universidad de Nuevo León en 1960, tan famosa en su tiempo que hasta tocaron en la residencia oficial de los Pinos durante le presidencia de Adolfo López Mateos. Luego formó un grupo musical al que llamaron Aliber Show y amenizaron fiestas y reuniones por todo el país.

Cuando compuso el “Chotis Monterrey” fue estrenado en el Auditorio Nacional. En 1972 fue invitado a los Estados Unidos para dirigir dos orquestas. Entre las presentaciones que realizaron sobresale la del Astrodome en Houston, Texas. Como artista, su obra pictórica ha sido expuesta en galerías de la localidad como el Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones Culturales y el Centro de Arte Vitro. Musicalizó temas para programas para televisión y para el cine experimental. A él le debemos la canción “Que salga Pipo” que se hizo famosa con el reconocido actor José Marroquín Leal. También ha incursionado en la dramaturgia, autor de “Sangre Nueva” que fue puesta en escena en el Teatro Monterrey del IMSS y “La Catequista” en el Teatro Calderón. Sus obras tanto musicales, pictóricas y artísticas han sido galardonadas en varios festivales locales y nacionales.

Indudablemente que el Chotis Monterrey se caracteriza por tener una música sencilla con letra pegajosa, capaz de rivalizar con las composiciones de Severiano Briseño y de Pepe Guízar. Comienza la primera estrofa: “Monterrey, Monterrey de mis amores, te faltaba un chotis a tus canciones, Monterrey con tu cerro de la Silla, tu Obispado y tus grutas de García”. Como se advierte, vuelve a poner de manifiesto al cerro de la Silla como lugar emblemático y le añade otros dos sitios: el antiguo palacio episcopal de Nuestra Señora de Guadalupe, construido a fines del siglo XVIII y las reconocidas grutas situadas en la sierra del Fraile en Villa de García.

La palabra chotis es un derivado de la palabra alemana Schottisch, que significa "escocés"; En Escocia, el chotis era un baile propio de los campesinos. Llegó a Francia bajo el nombre de écossaise (escocesa) y pasó a Alemania a través de las composiciones para piano de músicos como Schubert, Beethoven o Chopin. En Alemania sufrió ciertas variaciones y se convirtió en danza cortesana bajo el nombre de Schottisch, tan famosa y recurrente hasta que fue desplazado en 1840 por las polcas de procedencia checa. El chotis es un ritmo y un baile. A partir de los patrones rítmicos se hacen canciones. También el chotis llegó a España en 1850 y se bailó por primera vez bajo la denominación de polca alemana en el palacio real. Las zarzuelas se hicieron a partir de esta danza y la asimilaron bajo el nombre de chotis.

Estas danzas europeas llegaron a México con el arribo de las tropas extranjeras, compuesta por soldados y mercenarios franceses, belgas, italianos, polacas y de los Balcanes que apoyaron la invasión napoleónica en 1862. A ellos les debemos las polkas, las redovas y por supuesto los chotises, que se hicieron famosos preferentemente en el norte del país. La intención de Aliber Medrano, fue la de componer una pieza musical tan bailable como cantada. Y no se equivocó, pues el Chotis Monterrey no puede faltar en cualquier presentación de bailes regionales. Ya sea con los Montañeses del Álamo o los Rancheritos del Topo. Si Monterrey tenía ya un corrido, un canto poético que invita a la nostalgia, ahora se presentaba una danza en toda la extensión de la palabra.

En la segunda estrofa se canta: “En la plaza Zaragoza, los domingos se pasean, las muchachas, más hermosas, de mi lindo Monterrey”. En 1612 llovió tanto, que los ojos de agua se salieron de su cauce y destruyeron a la incipiente ciudad establecida en los alrededores del palacio de Gobierno, cerca de Zaragoza entre 5 y 15 de Mayo. Entonces decidieron trazar una nueva cabecera, situada en un lugar más alto. Un centro político y social en el cual iniciaran los territorios comprendidos y mercedados a Monterrey el 20 de septiembre de septiembre de 1596. Alrededor de la plaza de armas, destinaron una manzana para la parroquia, un terreno para el convento franciscano y otro para las casas consistoriales. Ya en el siglo XIX, le pusieron Zaragoza a la plaza en honor al héroe del 5 de Mayo, quien por cierto vivió un tiempo en Monterrey. Seguramente Medrano recuerda la famosa tradición de nuestros pueblos, cuando las muchachas daban la vuelta a la plaza y los jóvenes lo hacían en sentido contrario, todo con la intención de verse y si se gustaban, para conocerse también.

La tercera y última, vuelve a repetir con orgullo: “Monterrey, Monterrey de mis amores, yo te voy a cantar esta canción, por la gracia que tienen tus mujeres, ellas saben querer de corazón”. Siempre se ha dicho que cuando uno toma agua de algún lugar en especial, se queda a vivir en el sitio. ¡Y cuántos no habrán tomado agua del río Santa Catarina! Monterrey también tiene y cuenta con mujeres muy bonitas y especiales, que saben querer de corazón como dice la canción de Aliber Medrano, mi paisano ilustre de Santa Catarina.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina