Al héroe de mil batallas, Juan Nepomuceno Seguín

De Solares y Resolanas

En el siglo XIX, existieron en el noreste mexicano algunos prohombres que encarnan perfectamente los valores de éstas tierras tal y como lo son la justicia y la equidad, además de una franca y clara rebeldía ante el régimen establecido: fray Servando Teresa de Mier Noriega, un sobrino suyo de nombre Antonio Canales, un subalterno llamado Antonio Zapata, Santiago Vidaurri, Juan Nepomuceno Cortina y Juan Nepomuceno Seguín.

Juan Seguín nació en San Antonio de Béjar el 27 de octubre de 1806. Hijo de Erasmo Seguín y María Josefa Becerra. Erasmo fue hermano de la mamá de Ignacio Zaragoza y estaba como encargado del gobierno de Coahuila y Texas en el reparto de las tierras a los llamados colonos texanos y administraba los correos que comunicaban a las poblaciones en un dilatado territorio asediado por las llamadas tribus bárbaras y los filibusteros de procedencia norteamericana.

Juan contrajo matrimonio en 1825 con María Gertrudis Flores de Abrego con la cual procrearon diez hijos. Participó activamente en la vida pública de Béjar en donde llegó a ser concejal y alcalde de San Antonio en 1833. Luego se desempeñó como jefe político de Béjar en 1834, cuando el anterior jefe se enfermó. En 1835 se cambió el sistema de gobierno por uno de corte centralista, Seguín se dedicó a promover la revolución texana, concentrando apoyos y gente al servicio de la revuelta separatista pues tenía firmes ideales federalistas. Estuvo apoyando a las fuerzas texanas que enfrentaron en varias ocasiones a las tropas de Santa Anna durante la campaña de Texas. En enero de 1836, fue nombrado capitán del ejército regular. Durante el asedio a San Antonio, Juan estuvo a las órdenes de William B. Travis en la célebre batalla de El Álamo. Sobrevivió al sitio, porque fue a buscar el apoyo de Houston y luego participa en la batalla de San Jacinto.

Cuando Texas se convirtió en república en marzo de 1836, Seguín quedó como jefe del ejército de San Antonio, al mando de una fuerza para defender la frontera occidental tanto de las incursiones de los comanches como de los intentos mexicanos de recuperar el territorio perdido. Seguín fue elegido como senador de Texas en 1839 y trabajó en estrecha colaboración con Carlos Navarro, para garantizar que la legislación que sería en el mejor interés de los ciudadanos de Texas. En 1839 a un pueblo del condado de Guadalupe le pusieron Seguín en su honor. Juan se convirtió en alcalde de San Antonio de nueva cuenta en 1841. Seguín fue testigo de cómo en Texas se confrontaban dos proyectos políticos confrontados en las figuras de Austin y de Sam Houston: uno republicano y el otro anexionista a los Estados Unidos. Fue cuando llegaron muchos filibusteros norteamericanos a Texas. Seguín siguió leal a la república y continuó apoyando la defensa de la región. Los filibusteros negaban y cuestionaban su liderazgo, en especial cuando se opuso a que se quemara San Antonio.

San Antonio fue atacada dos ocasiones en 1842 por fuerzas mexicanas. Fue cuando Seguín se vio envuelto en rumores que lo involucraban en el apoyo a los mexicanos. Renunció a su cargo político y huyó hacia México, en donde fue capturado y obligado a participar en las campañas que realizó Adrián Woll en Texas. De pronto, Seguín estaba al servicio de Santa Anna y estuvo del lado de los mexicanos durante la guerra y ocupación norteamericana entre 1846 y 1848.

A fines de 1848, Seguín regresó a su tierra, en donde se dedicó a la agricultura. Todavía llegó a ser nombrado juez de Paz en San Antonio en 1852 y 1854, apoyó la creación del Partido Demócrata en Béjar y ejerció como juez en el condado de Wilson. Mantuvo contacto con algunas regiones situadas al sur del Bravo. En 1883 fijó su residencia en Nuevo Laredo, en donde su hijo Santiago llegó a ser alcalde de la población. Ahí murió el 27 de agosto de 1890. En 1974, sus restos fueron exhumados para llevarlos a Seguín, Texas y en una ceremonia del 4 de julio de 1976 fueron colocados gran monumento, en donde se le representa en actitud de gallardía montando un caballo y portando su sable. Un mexicano que amó a su patria y a su región. El único mexicano que sirvió a los dos ejércitos y en los cuáles demostró la valentía y entrega de ser un hijo de Texas. En Texas se le reivindicó. Falta honrar a éste primo de Zaragoza como un coahuiltejano comprometido con la región en la cual nació y creció.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina