A la memoria de don Edelmiro Rangel Treviño

De Solares y Resolanas

El Dr. Edelmiro Rangel Treviño, nació el 4 de agosto de 1871 en Santa Catarina, Nuevo León. Hijo de Braulio Rangel y Francisca Treviño. Inició sus estudios básicos en Santa Catarina para continuarlos en el Colegio Civil en Monterrey. Posteriormente fue enviado a la capital de la república para estudiar la carrera de medicina, graduándose como médico en 1896.

Una vez con título en mano y vuelto a su tierra, trabajó en el Hospital Civil de Monterrey. Luego fue enviado a la dirección sanitaria de Tenancingo en el Estado de México y en Acayucan, Veracruz. También sirvió como médico incorporado al Hospital Militar de México. Cuando se retiró fijó su residencia en Monterrey. Sabemos que durante la etapa de la revolución mexicana vivió en una casa en frente de la alameda, para luego instalar su domicilio en una casa situada casi en la esquina de Hidalgo con Pino Suárez y finalmente enfrente del antiguo hospital González en el cual trabajó para el Hospital Civil de Monterrey y además fue catedrático en la facultad de medicina.

Don Edelmiro fue regidor en la administración municipal de Monterrey durante la alcaldía de Nicéforo Zambrano entre 1913 y 1914. Contrajo matrimonio con Josefina Frías originaria de Querétaro. Fueron padres de 13 hijos, entre ellos el Lic. Raúl Rangel Frías quién llegó a ser rector de la Universidad de Nuevo León y gobernador del Estado. de igual forma mantenía un consultorio en donde atendía de manera particular a la familia Garza Sada y de importantes empresarios regiomontanos.

Don Edelmiro murió en Monterrey el 30 de marzo de 1954. Con el correr del tiempo, a la escuela superior Mixta ACCO de Santa Catarina le pusieron su nombre para perpetuar su memoria. Su hijo el licenciado Raúl Rangel Frías lo recuerda de la siguiente manera: “Mirada con penetración de azor o gavilán, que acecha en alto los peñascos, al ojo como el cazador en pos de los rastros. Un médico esencial”.

La familia Rangel que ha dado muchos hombres ilustres a la historia de Nuevo León, tiene sus orígenes en Santa Catarina. El papá de don Edelmiro se llamaba Braulio Rangel quien fue un destacado militar. El había nacido en Santa Catarina el 26 de marzo de 1851, hijo de Mariano Rangel y de Ignaciana Vargas. Por su clara inclinación a los estudios, en 1859 fue llevado con el señor alcalde de Santa Catarina, quien le informó que había ganado un certamen el cual le permitía continuar con los estudios en Monterrey.

Según un censo de 1878 don Braulio trabajaba como empleado. Sabemos que se incorporó en el ejército donde ocupó varios puestos de importancia. Para 1880 era oficial del contraresguardo en Nuevo León, alcanzando el grado de coronel. Precisamente el contraresguardo era una institución que tenía por norma, evitar el ingreso de contrabandos. El mismo Raúl Rangel Frías refiere que su abuelo laboraba con fastidio en ese oficio, pues no tenía otro trabajo que realizar ni minas para beneficiar. En cambio, como jefe del contraresguardo, le aseguraba una beca para que su hijo Edelmiro continuara con sus estudios de medicina en la ciudad de México.

Una vez junto con sus hombres, siguieron a un convoy que se internó hasta la plaza principal de Villa de Santiago. En realidad se trataba de una trampa, pues salieron a dispararles desde las azoteas y desde el campanario del templo. Salió con vida gracias a su valor y arrojo y hasta hizo que se rindieran los conductores que trasportaban la mercancía ilegal. Pero fue herido de gravedad y al poco tiempo murió. Por esa brillante acción, el gobernador Bernardo Reyes lo ascendió al puesto de Teniente Coronel de Guardias de Nuevo León. Murió en Monterrey el 18 de agosto de 1891.

Su abuelo se llamaba Mariano, quien nació en Santa Catarina en 1812. Hijo de José de Gracia Rangel y Catalina Cerda. Dedicado a la labranza de la tierra, figuró como alcalde en 1861 y en 1866 y como miembro del cabildo en varias ocasiones. Contrajo matrimonio con Ignaciana Vargas. Don Mariano tenía 5 horas de agua en la hacienda de Arredondo con sus tierras respectivas, unos machos, dos caballos, una vivienda con jacal y un local para carnicería. Quedó viudo y murió a la una de la mañana del 15 de septiembre de 1885 en Santa Catarina.

Don Mariano a su vez, fue hijo de José de Gracia Rangel, quien llegó a ser Alcalde de Santa Catarina también. Había nacido en Santa Catarina en 1781. Casado con María Catalina Cerda. Electo síndico procurador del primer Ayuntamiento de Santa Catarina en 1820. Fue alcalde en 1833 y 1843 y ocupó importantes puestos en la vida política del municipio. Dedicado a la agricultura, en muchos censos aparece como labrador. A raíz de la traza de las calles del pueblo en 1844 declaró contar con tres solares. Al parecer valían 10 pesos cada uno con 12 horas de agua de la acequia de Arredondos.

Don Raúl Rangel Frías se refería a su familia como “los Rangeles”, para continuar con la tradición norestense de nombrar a los linajes como “Cantús”, “Chapas” o “Garzas”. Y los “Rangeles” tenían sangre de jinetes que salieron en su tiempo a batir indios en las feraces explanadas y de gambusinos que buscaban riqueza en las montañas de la Sierra Madre, allá adentro del Cañón de Santa Catarina. En cambio, por el lado de la mamá de don Edelmiro eran Treviño Ayala, originarios de la antigua congregación de los Treviños, Nuevo León, situado entre Santa Catarina y la Fama. Pueblo de arrieros y agricultores, a juicio de don Raúl Rangel, críticos, nerviosos, propensos al subjetivismo y con muchas amistades y con gran acopio de información familiar.

Una vez don Raúl Rangel Frías como delegado de la SEP fue a entregar unas becas a unos niños de la escuela Francisco I. Madero en Nogales y grande fue su sorpresa cuando vio en las listas que poco más de treinta de los niños llevaban el apellido Rangel y uno que otro hasta llevaba su nombre. Cuando entregaba los premios, sintió que el tiempo regresaba y se vio en la personalidad de su abuelo Braulio que regresaba al terruño a realizar una misión, tras más de un siglo de andanzas y desventuras. Por eso les dijo: “Estoy de vuelta muchachos, como si nunca hubiera salido. La casa y el pueblo son más grandes y nunca en aquel tiempo tuvimos una escuela así de hermosa, todo parece igual Braulio, solo que es otro tiempo, tu vienes y nos traes lo que ibas en su búsqueda más lejos: libros y maestros para estudiar”.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina