Seis meses y medio después de iniciadas sus gestiones, podemos suponer que los alcaldes de Nuevo León experimentan ya, a estas alturas, diferentes estados de ánimo.
Es probable que a algunos todavía les dure el brío inicial, máxime si es la primera vez que ocupan este cargo y todavía estén disfrutando su luna de miel, aunque pudiera ocurrir que tarde o temprano lleguen a empalagarse.
Habrá otros que, aunque llegaron con las mejores intenciones del mundo, el lamentable estado en que recibieron las finanzas del municipio y la administración en general, con muchas deudas y problemas de diversa índole, les ha impedido trabajar como ellos hubieran querido hacerlo desde el mismísimo arranque, lo que ha calado en su estado de ánimo, aunque traten de disimularlo haciendo su mejor esfuerzo con la esperanza de que las cosas mejoren.
Otros, más conformistas, se la pasan nadando de muertito, haciendo como que hacen, aunque en realidad no hacen mucho. Incluso, son de los que asisten poco a su oficina, y hasta les fastidia recibir y atender a la gente.
Pero, seguramente también hay otros que desde ahorita están pensando en el siguiente cargo y se la pasan en la grilla y aprovechando cualquier pretexto para aparecer en los medios con la mira de proyectarse hacia el futuro, que es lo que en realidad les importa. Es entre éstos donde abundan los llamados “chapulines”, a quienes les vale un comino dejar tirada la chamba con tal de agarrar otro hueso que les permita seguir viviendo del presupuesto.
Y todo esto en apenas 200 días de sus administraciones.
Castellanos
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo
