Gobernador sabio y humanista

La Bola Cuadrada

La trascendencia de una persona en la historia de un pueblo, estado o nación, es producto de su obra en alguno o algunos de los múltiples campos del funcionamiento de una comunidad.

En la historia nuevoleonesa tenemos a un destacado personaje oriundo de Guadalajara, Jal., donde nació el 20 de febrero de 1813, adoptó a Monterrey y fue aquí donde se labró el reconocimiento y admiración de los nuevoleoneses; ese hombre de suma modestia, presto siempre a ayudar al enfermo, a orientar a los jóvenes e impulsar la superación cultural de amigos y discípulos fue el Dr. José Eleuterio González Mendoza, conocido cariñosamente por el pueblo como “Gonzalitos”.

Gonzalitos fue médico en el Hospital de Nuestra Señora del Rosario, el “Hospital de Pobres”. Entró a la política y fue diputado local y gobernador, actividad que no le dejó gratos recuerdos; el ambiente cultural de Monterrey recibió un fuerte impulso, pues a su influjo se cultivó la prosa, poesía y otras actividades que produjeron un florecimiento cultural.

Gonzalitos creó la cátedra de farmacia en 1835, la de medicina en 1857 y fue el impulsor de la fundación del Colegio Civil en 1857 y la creación de la Escuela Normal de Maestros –1870–.

Héctor González en su libro Siglo y Medio de Cultura Nuevoleonesa” expresa: “Gonzalitos fue no solo un sabio, sino un verdadero humanista y no hubo empresa noble ni actividad intelectual a la que no se dedicara con éxito. Fue notable investigador de nuestra historia y escritor de obras de historia, autor además de obras didácticas, de poesías y de notables piezas oratorias. Pero como encabezador de las actividades juveniles no tuvo, ni ha tenido en Nuevo León, quien lo haya igualado. Fue guía atinado y líder entusiasta, que supo conducir cuando menos a dos generaciones de intelectuales con un acierto difícil de igualar”.

El 20 de febrero de 1867, el Congreso del Estado le concedió el título de “Benemérito del Estado de Nuevo León” y a su fallecimiento sobre su ataúd se inscribió el versículo de Eclesiástico: “no se perderá memoria y su nombre se repetirá de generación en generación”.