Dr. Antonio Guerrero Aguilar

México como diversidad de culturas

De Solares y Resolanas

Dr. Antonio Guerrero AguilarUna de las cosas que más admiran de México en el extranjero es su cultura. Sin duda alguna, pues en ella se sintetizan el ser, el quehacer, los sueños, las aspiraciones de una nación y la imaginación que nos conforma como nación. Muchos intelectuales han definido a la cultura mexicana como una cultura milenaria con tres mil años de legados históricos y culturales; que se nutren en la variedad y riqueza de las culturas precolombinas con fuertes raíces ancestrales, hasta la colonia en donde se conjuga la hispanidad y la cultura occidental, el enigmático y cambiante siglo XIX, la síntesis revolucionaria y las instituciones que forjaron el siglo XX.

México es una nación con fuertes raíces históricas, que bien se puede representar con un árbol, al cual solo se pueden ver y tocar las ramas y las hojas. Precisamente las ramas y el verde de las hojas son los pueblos indígenas. Los pueblos más apegados al tronco de la colonia son los grupos establecidos a partir de las congregas y de las misiones. Todo ello aún lo podemos ver y tocar a través de la memoria de nuestros abuelos y de nuestros padres. Aunque la raíz esté escondida, sabemos que el árbol está vivo gracias a ella. Esa raíz que está debajo de la tierra, a la cual solo conocemos por referencias ancestrales y arqueológicas, el pasado prehispánico de nuestra nación.

Una cultura que descansa en tres ejes: en el mestizaje de tres razas: la ibérica, la indígena y la africana. En la amalgama de las culturas mediterráneas, con las americanas y las africanas. Una cultura enriquecida por las enseñanzas de la iglesia católica, la cosmovisión prehispánica, las tendencias liberales y positivistas del siglo XIX y las aspiraciones revolucionarias por hacer de México una verdadera nación y hacer cumplir el viejo sueño de ser una de las mejores culturas del orbe.

Hay que reconocer que en México no solo existe una cultura sino varias. Ya que la diversidad física y geográfica del territorio nacional obligan que el mexicano de cada una de esas regiones responda de varias maneras al medio ambiente que lo rodea. Tanto que puedo afirmar que la cultura mexicana se da a partir de la relación entre la naturaleza y la cultura. México es la mezcla de culturas tradicionales, del recuerdo y de la naturaleza con zonas de gran empuje económico. En México, la naturaleza siempre aparece mediada por la cultura: entidades del universo natural que es posible conceptualizar de manera abstracta y que se refleja en la alimentación, la salud, la vivienda, la vestimenta, las creencias, los sueños y la sabiduría de amplios núcleos de mexicanos que se encuentran unidos a la naturaleza y a sus elementos.

Del pasado prehispánico perduran una buena cantidad de aportes astronómicos, científicos, botánicos, matemáticos, medicinales y de otras ramas del saber que en su tiempo el resto del mundo admiró y reconoció. México aportó cerca de 80 especies de plantas cultivadas como el tomate, el maíz, el cacao, entre otras más. Según los lingüistas, esa proliferación de culturas se manifiesta en la multiplicidad de lenguas.

Cuando los primeros grupos humanos procedentes del norte arribaron a las tierras de lo que hoy es México y se distribuyeron por sus diferentes regiones geográficas, hablaban una misma lengua o bien lenguas similares. Hacia el año 4,000 antes de Cristo, existían al parecer dos idiomas principales llamados lenguas madres: el oto zapoteco y el macromaya, cuya diferenciación y fraccionamiento a lo largo del tiempo dio lugar a la diversidad lingüística contemporánea de los pueblos originarios.

México es el país más grande de habla hispana en el mundo, con cerca de 110 millones de habitantes. Además se hablan 62 lenguas indígenas de las cuales, se han derivado cerca de 100 dialectos distintos. Por cada lengua existente un grupo indígena que tenemos. Cuando los españoles llegaron, había 170 idiomas indígenas. Actualmente, México es el segundo país en el ámbito mundial que posee mayor cantidad de lenguas indígenas, después de la India.

Los antiguos mexicanos se vestían utilizando las ricas fibras de algodón y de otras plantas que se encontraron compitiendo con las vestimentas europeas hechas a partir de la lana del borrego. En Mesoamérica la confección se hacía preferentemente artesanal y tenían un gran colorido ya que usaban insectos y plantas para teñir sus prendas.

De igual forma, de ellos nos viene el consumo y el gusto por los insectos y hongos. En síntesis, la variedad de vestimentas, así como la diversidad de lenguas y la variedad gastronómica, expresan un mosaico cultural único. Voz, prendas de vestir y alimentos que comunican por igual, una historia social y una estrecha relación con la naturaleza.

Existe una diversidad cultural en México, debido a que la cultura nos ayuda a enfrentarnos a diversas situaciones. Imaginemos como viven los pueblos costeros y como utilizan la naturaleza que los rodea, contrario a pueblos que viven en la montaña o en el desierto. En cada forma de vida vemos el afán de crear y recrear las condiciones materiales e intelectuales de su existencia: extracción, recolecta, captura, cultivo, manipulación de alimentos, la obtención del agua en un país en el que paradójicamente cada vez escasea más, la utilización y el uso de la energía, el empleo de instrumentos, medicinas, estimulantes o materiales de construcción y domésticos, que dependen en buena medida de la capacidad del habitante rural para interpretar y aprovechar los elementos de la naturaleza que forman su entorno colectivo. La variedad y riqueza geográfica inciden en la existencia de seis millones de artesanos.

Esto exige una variedad de habilidades y un conjunto de conocimientos sobre masas, vegetación y tipo de organismos como plantas, animales, hongos y microbios, clases de suelos, minerales y recursos hidráulicos, ciclos de vida de las especies vegetales y animales, fenómenos meteorológicos, climáticos, geológicos y ecológicos.

La naturaleza es fuente de inspiración para la creación humana, el espejo de cada cultura que crea y recrea sus sueños, mitos, obras de arte, artesanías, recuerdos, pensamientos y melodías. Al introducir la naturaleza a los elementos culturales de un pueblo, ha hecho que los diferentes pueblos de un territorio determinado se diferencien y distingan. Hablamos de una articulación entre cultura, la sociedad rural, la urbana y la naturaleza.

Gracias a los avances logrados en la interpretación ecológica y geográfica del territorio mexicano, es posible distinguir grandes escenarios naturales para la producción y la creación, cada uno de los cuales representan espacios donde se da el eterno proceso de apropiación de la naturaleza. Sin duda alguna, la riqueza indígena está presente en la cultura, la lengua y las artes de México. Por eso se dice que en México el pasado aún está vivo. Lamentablemente, la cultura urbana de nuestras grandes ciudades, cada vez pierde el contacto y la intimidad con la sabiduría de los pueblos y sus creencias.

Para clasificar esos espacios naturales que inciden en la cultura, existen dos tipos de factores: la división del territorio nacional basado en tipos de climas y vegetación y en ciertos criterios biogeográficos y la fisiografía o relieve de la superficie del territorio nacional, que nos ayudan a precisar las configuraciones del paisaje. De la combinación de ambos enfoques se obtiene una panorámica bastante aceptable para clasificar los escenarios donde tiene lugar la actividad humana, en donde a su vez debemos contar con la distribución de la temperatura que está dada por la altura del lugar y la latitud y la altitud determinan el régimen térmico de cualquier sitio y esto a su vez contribuye a la existencia de cierto tipo de vegetación.

Del registro combinado de temperatura y humedad por un lado y de la vegetación resultante por el otro, se logran distinguir seis escenarios naturales bien definidos que afectan o determinan la presencia de seres vivos, las actividades humanas de producción y creación y de la distribución de las culturas. No es casualidad que el 90% de la población indígena viva en zonas boscosas o selváticas y el restante en zonas montañosas o desérticas. Esta presencia humana por todos los escenarios naturales de México, conlleva a un repertorio de experiencias creativas y productivas que son el resultado de muchos años, siglos e incluso milenios de articulación con el universo natural y de su transmisión en el tiempo a través de muchas generaciones de seres humanos.

En México podemos distinguir seis tipos de ecosistemas:

  1. El trópico húmedo que abarca el golfo de México, la península de Yucatán y las costas del Soconusco en Chiapas, en donde las culturas logran reproducirse con un mínimo de deterioro ecológico y donde se aprovecha su riqueza forestal.
  2. El trópico subhúmedo que abarca la cuenca del río Balsas, Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Tabasco y parte de Chiapas, región a la cual se le conoce como la Tierra Caliente.
  3. Las zonas montañosas compuestas por las dos sierras madres y las cordilleras que se levantan tanto en el centro como en el sur del país. Aquí convive el desierto con las zonas altas de las montañas pobladas de bosques.
  4. La zona de los lagos, que abarca la meseta central de México, la franja transversal neovolcánica. Los lagos que existen en Jalisco, Michoacán y el Valle de México.
  5. Los pantanos y costas, las tierras bajas de Veracruz, Campeche y Quintana Roo, además de una parte de Tabasco, Colima y Nayarit.
  6. El altiplano central y el desierto que se forma entre las dos sierras madres.

Antonio Guerrero Aguilar