Es sabido que en muchos casos, cuando llega a su término el período constitucional de una administración, sea municipal, estatal o federal, ésta deja una comalada de nuevos ricos.
Es sabido que en muchos casos, cuando llega a su término el período constitucional de una administración, sea municipal, estatal o federal, ésta deja una comalada de nuevos ricos.
Así se sabe de personas que antes de ocupar algún cargo no se les conocían muchos bienes; sin embargo, luego de tres o seis años dentro del círculo más cercano al poder, disfrutan de una posición económica más holgada, dejando ver que se beneficiaron personalmente en el ejercicio del servicio público.
Una o más residencias, casa de campo, terrenos en zonas privilegiadas, una abultada cuenta bancaria, vehículos, negocios, etc., conforman los activos antes exiguos, de muchos ex funcionarios.
Esta lamentablemente situación no es privativa de los miembros de algún partido en particular, como se creía o se decía antes, cuando PRI era el mandón.
Bastó con que otros partidos accedieran al poder (PAN, PRD, PT, etc.) para comprobar que en todas partes se cuecen habas, pues, a fin de cuentas quienes integran los partidos son personas, con virtudes y defectos como cualquier ser humano, y el hecho de que pertenezcan a tal o cual partido no los hace ni más buenos ni más malos.
Un ejemplo reciente es el caso del ex Gobernador panista de Querétaro, Francisco Garrido Patrón, quien antes de llegar al poder vivía en una casa propiedad de su esposa, según notas periodísticas publicadas a mediados de diciembre.
Lo inexplicable es que en tres años de su administración adquirió seis bienes inmuebles con un valor catastral de 10 millones 360 mil pesos, lapso en el que obtuvo ingresos por siete millones 200 mil pesos.
Esta repentina bonanza podría deberse a que el ex Gobernador es un genio de las finanzas o tiene una rara habilidad o mucha visión y suerte para los negocios, lo que le permitió incrementar sus ingresos como por arte de magia.
