Decía Abelardo Ramos “El Húngaro” a la Pandilla:
– Vamos de pesca.
– No Abelardo- contestaban los infelices que en ese momento estuvieran presentes (ya sabían lo que les esperaba, aquí no hay que olvidar que la historia se repite).
A regañadientes recorrían los charcos del Río Sabinas, pesque y pesque con la mano. Ya cuando él quería decía en tono amenazador:
– Vamos a la casa a pelarlas
Y al poco rato cuando ya estaban terminando en su casa de Guerrero y Mina empezaba a gritar:
– ¡Papá José, Papá José!, estos canijos pescadores me quieren pegar, ¡me quieren pegar!
Como es fácil de entender, la palomilla salía volando por la ventana o puerta más cercana y Abelardo recogía las mojarras ya pelonas y se hacía su opíparo caldo y la ralea, solamente se saboreaba. Pero eso sí, feliz y no había televisión, ni abanicos y uno que otro radio para oír las novelas como “La Intrusa”.