Tradiciones y Costumbres: La fiesta de la siembra en Colorados de Abajo

Vallecillo, Nuevo León: Los caminos de su historia

La Fiesta de la Siembra que por segunda ocasión se realiza, es un testimonio de la buena voluntad y mejor temple del vallecillense, quien apoya en el trabajo, el amor a la tierra y el respeto por sus antepasados, está dando un ejemplo histórico de lo que es cariño a su municipio y la lucha por sacarlo adelante. La Fiesta de la Siembra simboliza el recuerdo de las viejas historias iniciales en las entrañas de la tierra cuando se extraen los metales y el presente sudoroso y enérgico de la siembra y la cosecha de los frutos entre la tierra y el sol. En las planicies, en los ranchos y en los ejidos.

El ingeniero Mario Sánchez Serna, durante su gestión como Presidente Municipal, todo su ayuntamiento, así como la señora Blanca Garza de Sánchez fueron los impulsores del progreso de esta comunidad. La Fiesta de la Siembra es un reconocimiento para todos aquellos que ayer y hoy hay hecho producir la tierra. Esta Fiesta es a la vez que regocijo, un testimonio de estimación a quienes, año con año, logran la buena ventura de sembrar y de cosechar para bien de todos.

Adelante, legendario y laborioso pueblo de Vallecillo, Nuevo León y México saben de tu historia y de los esfuerzos que en el presente se realizan.

En el año de 1933 la corriente del río Alamo (río Las Nueces), el arroyo del Macho y la cañada del Oso, inundaron el poblado de Colorados de Abajo, los habitantes del Barrio Sur se refugiaron en la parte más alta, que está al Oeste. A ese lugar le denominaron “La Santa Cruz” allí colocaron una cruz a la cual se rendía culto cada día 3 de mayo.

Días anteriores a la fecha era recogida por algunos fieles y llevaba a la casa de uno de ellos, allí se hacían rosarios y se entonaban coros alusivos a la Santa Cruz, el mero día, o sea el 3 de mayo se reunían, hombres, las mujeres y los niños para llevar la cruz a su altar, la peregrinación partía  de la casa donde se le había rendido culto y terminaba en el lugar donde debía permanecer por el resto del año, había rezos, cantos, veladoras, alegría y creencia, sería por eso que al terminar el rosario o antes, caía una fuerte lluvia en el poblado “Llovía de verdad”. La historia del 33 se vuelve a repetir el año de 1988 las aguas que dejó el huracán Gilberto en Nuevo León volvieron a inundar el poblado y los habitantes del Barrio Sur encontraron la salvación en el mismo lugar, desgraciadamente la creencia y las costumbres son historia. No se le rinde culto a la “Santa Cruz”.