Hace más de cincuenta años, por las calles del pueblo caminaba un hombre, que cubría su cabeza con un amplio sombrero de petate y su mano derecha colgaba siempre una bolsa grande, en aquel entonces la gente le llamaba red, era una bolsa tejida de ixtle en la cual se podían llevar los más variados artículos.
Hace más de cincuenta años, por las calles del pueblo caminaba un hombre, que cubría su cabeza con un amplio sombrero de petate y su mano derecha colgaba siempre una bolsa grande, en aquel entonces la gente le llamaba red, era una bolsa tejida de ixtle en la cual se podían llevar los más variados artículos.
El, allí llevaba pinceles y brochas de diferentes tamaños y clases; en esa bolsa también se encontraban latas de pinturas de los colores primarios, con los cuales, él hacía múltiples combinaciones obteniendo a su vez una innumerable gama de colores; con los cuales hacía rótulos para anunciar la venta de un terreno, de una casa, ofertas dentro de una tienda de abarrotes; también pintaba o retocaba lienzos o esculturas religiosas que los habitantes del pueblo conservaban en sus casas.
Dicen por allí, que en una ocasión entraron a su casa los amantes del los ajeno y lo dejaron sin nada y él pacientemente toma un pedazo de cartón y haciendo gala de su habilidad como pintor escribe: “Prohibido la entrada a los ladrones”. Nunca supimos como se llamaba. En el pueblo era conocido como Aréchiga Quiroz.
Garza Inocencio
