Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

Don Santos y su Ford (Décima tercera parte): Los frijoles

Páginas Sueltas de la Historia de Sabinas

Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

Volvieron Don Santos y su Ford al Río Salado, y se llevó de ayudante a uno de sus hijos, que en la escuela estaba de vacaciones, para que le asistiera en el manejo de las herramientas que necesitaba.

Don Santos Rodríguez conduciendo su Ford en un desfile

Profr. Santos Noé Rodríguez GarzaVolvieron Don Santos y su Ford al Río Salado, y se llevó de ayudante a uno de sus hijos, que en la escuela estaba de vacaciones, para que le asistiera en el manejo de las herramientas que necesitaba.

Un día, al irse por la mañana, le indica Don Santos a su ayudante: ¡te quedas para que pongas a cocer un kilo de frijoles, al mediodía los guisas y les agrego un pedazo de carne sazonada con vegetales y especies de las que trajimos del pueblo!

El ayudante después de lavar los platos del almuerzo, se puso a limpiar una buena ración de frijoles, trajo agua de una de los tambos y llenó un jarro grande con ella, la puso al fuego y le agregó los frijoles. (Los tambos unos tenían agua dulce y otros agua salada). Avivó el fuego con leña seca de mezquite y al rato empezó a hervir el agua; en el reloj de bolsillo de su padre que estaba colgado de un gancho en la pared del jacal, ¡vio la hora! Eran las 9 de la mañana.

El ayudante tan luego percibía que disminuía el fuego, le atizaba y volvía a agregarle leña, pues quería que estuvieran bien cocidos para cuando llegara Don Santos.

Habiendo trascurrido más de dos horas, se suponía que los frijoles ya estaban cocidos, el ayudante se valió de una cuchara de madera para sacarlos; su sorpresa fue grande cuando los probó y aún estaba duros.

Le puso más leña al fuego y agua al jarro, y los frijoles siguieron hirviendo recordó lo que un niño le dijo: ¡mira, parece que andan jugando pescadas! Se hizo mediodía y los frijoles seguían hirviendo, llegó Don Santos y se fue a revisar el jarro y se dio cuenta de que los frijoles estaba duros; miró seríamente a su hijo y le preguntó: –¿de qué agua les pusiste a los frijoles? –Y el niño señalo el tambo de donde la había sacado. Al verlo Don Santos soltó una carcajada y le dijo al niño: ¡los pusiste a hervir en agua salada y los frijoles con esa agua no se cuecen!

Sin esperar: el ayudante sacó el jarro, le tiró el agua salada y le puso agua dulce, y ya para cuando Don Santos terminó el guiso, ya estaba cocidos.

El niño aquella mañana, recibió una lección que jamás olvidará en sus vida.

Continuará…

Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

Camioneta Ford de Don Santos Rodríguez