Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

Don Santos y su Ford (Décima segunda parte): La Sorbetana

Páginas Sueltas de la Historia de Sabinas

Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

El agua que manaba de los veneros de la noria no dejaban trabajar, por lo que se necesitaba que la estuvieran extrayendo constantemente.

Profr. Santos Noé Rodríguez GarzaEl agua que manaba de los veneros de la noria no dejaban trabajar, por lo que se necesitaba que la estuvieran extrayendo constantemente.

Don Santos colocó en soportes de bloques de cemento, la fortinga, y le quitó la cámara y la llanta a una rueda trasera, en el rin le puso una banda que conectaba a una polea que tenía el cabezal de una bomba de cuatro pulgadas de diámetro. Puso la fortinga a funcionar y empezó a salir el agua que succionaba del fondo de la noria, todo el mundo aplaudió satisfecho por que ya se podía trabajar en el túnel.

Todo el día trabajaba la fortinga sacando agua y la excavación se iba alargando hacía el río.

Los trabajadores hacían su viaje al anochecer: Gente trabajadora y sencilla que llenaba sus necesidades existenciales con un trozo de pan de maíz, un plato de frijoles y una jarra de café.

Un trozo de tasajo de carne de venado, de jabalí o liebre enriquecían de cuando en cuando sus platillos, ya que Don Santos acostumbraba al atardecer salir a los linderos del rancho a cazar algún animal con su 30/30.

Al término de la cena, se hacía el corrillo: Don Santos contaba chistes que le festejaban con ruidosas exclamaciones, algunos se animaban y tocaban con su armónica corridos y música popular, dando pie para que otros pulsaran sus guitarras y entonaran hermosas canciones.

Vida campirana, inocente y llena de recuerdos y sentimiento puros, alejados de los seres queridos que esperaban su retorno.

El trabajo avanzaba, los días pasaban y la ausencia del hogar traía cierta nostalgia que todos los trabajadores sentían, sobre todo los días de pago.

Don Santos al igual que todos, quería ver a los suyos. Un día, destrabó la banda, bajó la fortinga de los pilotes y les dijo: ¡al que me quiera acompañar lo llevo al pueblo!.

Cesaron los hachazos y el ruido del trabajo se convirtió en trajín, de tal manera que el dueño de la labor decretó una semana de asueto; en la camioneta del patrón, el camión de los encargos y la fortinga de Don Santos, trajeron a los trabajadores.

¡Linda lección de emancipación social, que sin proponérselo, daba la fortinga al cesar su trabajo!.

Continuará…

Profr. Santos Noé Rodríguez Garza