Mi calle Antonio Solís (primera parte)

Páginas Sueltas de la Historia de Sabinas

Viene a terminar en las banquetas que rodean las manzanas de los Colegios, nace en las faldas de la sierra donde está la loma de la Santa Cruz. Se llamaba Gral. Treviño y desde el sacrificio del ilustre sabinense pasó a llamarse Profr. Antonio Solís.

Como si fuera un afluente del Río Sabinas, en época de lluvias, la chiquillería del barrio nos bañábamos en medio de la calle, pues duraba corriendo varios días, porque brotaba un ojo de agua en las faldas de las lomas y se vaciaba calle abajo por la Antonio Solís.

Todas las casas están construidas en alto para que en tiempo de mucha precipitación pluvial el agua no inunde las casas. Al término de la tormenta quedaba en el centro de la calle una arena delgada que la gente acostumbraba recoger para hacer algún trabajo de albañilería.

Todavía quedan restos de esas banquetas altas que en algunos lugares alcanzaban más de medio metro de altura. El caudal daba vuelta en la esquina de Mina y cogía rumbo al Norte formando una corriente fuerte y peligrosa, pues al que se atrevía a cruzarla lo derribaba y se veía obligado a nadar para pasar la calle.

Con el tiempo hubo necesidad de construir un bordo que partía de una propiedad del Dr. Román Garza, ahora de Don José Larralde y cruzaba rumbo al poniente del pueblo, hasta lo que hoy es la colonia María Luisa.

Desviaba así el caudal de las aguas que bajaban del cerro rumbo al arroyo La Morita.

Con el tiempo el bordo ha desaparecido y en ocasiones sube tanto el nivel del agua que pone en peligro las colonias que se han formado en la parte noreste del pueblo.

Los que nacimos en el Barrio de los Colegios, por la calle Antonio Solís, tenemos el cofre de los recuerdos repleto de anécdotas y aventuras que vivimos en los cruces de las calles de Mina y Aldama pues a partir de ahí considerábamos nacía el Barrio de Sonora.

Fue y es cuna de ilustres sabinenses y familias de bien de las cuales todavía quedan sobrevivientes nietos, bisnietos, choznos.

Trataré de recordar a las familias que habitaban a partir de la calle Mina.

En la acera norte en la esquina vivía Doña Amelia Flores y tenía un comercio donde vendía todo tipo de cosas; Don Jesús Flores Garza vivía enseguida, luego estaba el terreno y casa de Don Juan Garza Alcorta y seguía la casa de la familia Benavides y en la esquina la casa de Don José Guadiana Ibarra.

En esta acera con el tiempo han vivido diferentes familias; hubo funcionando una extensión de la escuela Manuel M. García, hay una iglesia metodista, en la esquina vivió durante muchos años el Dr. Luis Martínez Loyola y en la actualidad hay un templo Mormón.

Continuará.

Santos Noé Rodríguez Garza
Cronista