Profr. Juan Omar Hernández Luna

Los cocheros de mi pueblo: cizotes-siete cueros

Miscelánea

Profr. Juan Omar Hernández Luna

Caminando por las calles de mi Pueblo tratando de seguir recordando mi infancia, cuando todo era jugar y trabajar (boleando, vendiendo chicles, pachucos, cigarros ya fuera en la plaza Principal o en las cantinas que había a su derredor)…

Profr. Juan Omar Hernández LunaCaminando por las calles de mi Pueblo tratando de seguir recordando mi infancia, cuando todo era jugar y trabajar (boleando, vendiendo chicles, pachucos, cigarros ya fuera en la plaza Principal o en las cantinas que había a su derredor) me vino a la mente algunas de las enfermedades que en los años sesentas eran muy comunes entre los niños, sobre todo si éramos pobres, por andar descalzos en la calle, ya que era una gran cantidad de cocheros que daban servicio de taxis, pues casi no había automóviles como ahora y la mayor parte de la gente se transportaba de un barrio a otro en coche y como era lógico, los caballos se meaban donde quiera y según los doctores estos orines producían un contagio en la piel, exactamente en los talones, recuerdo que se endurecía el talón por las capas de piel que ahí se formaban; otra enfermedad muy común eran los cizotes, estos al igual que los siete cueros eran muy dolorosos, recuerdo que para curar este mal don Pablo Ochoa nos untaba una especie de vaselina, y que no era otra cosa que “ontura” que servía para engrasar los ejes de las carretas que eran tiradas por bueyes y que servían para transportar material del río (grava, arena o piedra bola) Así ubiqué dos lugares de sitio de coche tirados por caballos, uno estaba atrás del Cine Olimpia y el otro estaba a un lado del Hotel Plaza, allá por carretera Nacional y el parqueadero de las carretas en la calle Dr. Coss junto a la Escuela Primaria Teresa R de García. Uno de estos cocheros es el buen amigo Emilio Durán quien muy amablemente me enseño una fotografía donde un buen número de cocheros aparecen en ella de los cuales algunos gracias a Dios viven y otros ya pasaron a mejor vida y de los cuales si tengo la oportunidad trataré de plasmar por medio de la letra esos recuerdos, porque recordar es vivir.