Francisco J. Echazarreta

El Buche

Lo que el tiempo se llevó

Francisco J. Echazarreta

La palabra “Buche”es el ensanchamiento del tubo digestivo de la mayoría de las aves, y sirve para almacenar los alimentos antes de ser enviados al estomago. Permite que el animal pueda recolectar gran cantidad de comida en poco tiempo.

Francisco J. EchazarretaLa palabra “Buche”es el ensanchamiento del tubo digestivo de la mayoría de las aves, y sirve para almacenar los alimentos antes de ser enviados al estomago. Permite que el animal pueda recolectar gran cantidad de comida en poco tiempo.

Pero en nuestro municipio, lo asociamos mas bien a un barrio, ahí donde la acequia se hacía ancha. No hay lugar mas alejado del lecho del río que éste, la desembocadura del brazo de río, al final de la calle Niños Héroes, mas cuando la acequia cruza la calle Porfirio Díaz, ya los rellenos de tierra se advierten de cómo nuestros ancestros se preocupaban por la conducción del vital liquido y a partir de ahí se empieza a separar de las riveras del río, todo esto producto de lo accidentado y disparejos de estos terrenos. Todo el recorrido de la acequia por el lado norte desde que nace delante de “el charco de lobo” se observa pegado a las riveras del río, pero cuando pasa la calle P. Díaz y ya estando ahí observas el barranco de Bella Vista y a partir de ahí se empieza a separar de los márgenes del propio río. Así es de que estos lugares a los que refiero de la aldea querida, son los mas alejados del lecho del ríoo.

“Buche” es también apagar la sed mediante unos tragos del vital liquido y continuar el camino y aquí se daba esto después de que la producción de minerales no fue tan de buena ley, los hornos y lavados de material que por este lado se daba, empezaron a decaer, y el antiguo nombre del siglo XVII se fue perdiendo el de “el grasero” luego de las rancherías aladeñas y a raíz de que por Villaldama se inauguró la llegada del ferrocarril a finales del siglo XIX comenzó a comercializarse con ganado este era un buen punto para acampar en el camino al poblado citado.

Acampar junto al legendario Sabino que adorna el barrio y luego, tomar un buche de agua para continuar el camino o bien acampar, el carretón, la ligerina, o bien alguna diligencia de las rancherías del oriente del poblado, ahí para hacer cualquier tipo de tramite por la iglesia, para un bautizo o boda o en la presidencia, eran lugares ideales a finales de S. XIX..

Fue por esa época (1897) cuando se intento rescatar todos los desechos de grasa o escoria que se encontraba en gran parte de estas áreas (Bravo y Juárez) por parte de su dueño el Sr. Benito Ríos quien se asocia con el Sr. Pablo de los Santos M. mas todo este material eran los desechos dejados de las fundiciones primarias de los Hornos propiedad de los Señores Gutiérrez en el siglo XVIII.

A principios del S. XX (1926) se inicia la construcción de la logia Masónica enclavada en el mero barrio y es herencia de aquella sociedad Hidalgo formada por ilustres Sabinenses como el Dr. Román Garza G., Don Andrés R. Cavazos (de los fundadores del Templo Bautista), el padre católico José Ma. Rodríguez, junto con otros nombres como los de Simón Leiva, Marcial García, Amado Villarreal, Emilio Hernández que unidos en aquella sociedad discutían temas de la metafísica. El primer Kinder del pueblo en el propio edificio.

Pero que barrio más representativo y mágico de nuestra aldea, vas de sorpresa en sorpresa, con desniveles por doquier con la calle curva detrás del templo San José y que va y te deja en el propio Barrio, una plazoleta, una anacua antiquísima que parece saber de toda la historia que aquí se ha vivido y te dice: ¡Veo como en carretas acarrean la tierra para rellenar estos lugares por toda la calle real!

Luego caminas y vas bajando a la calle piedra (final de la calle Niños Héroes) el salón Mateo Treviño otrora lugar de fiestas y casamientos, atrapado de recuerdos de mediados del siglo XX, de la acequia en el trasfondo con la alberca y él ultimo de los Sabinos.

También contiene este barrio por años un callejón sin salida, quedo atrapado ahí, junto a un caserío, que es la calle Juárez al oriente, un escape hacia el río y la boca de entrada al túnel del Centro escolar José S. Vivanco, luego llegar hasta el río y divisar los tiempos idos de “Las Playas” donde las mujeres lavaban sus tristezas y penurias (La Zona Roja estuvo por estos lugares hasta 1945). Las notas melodiosas de Don Raúl Garza y su violín sentado en una mecedora o aquella figura legendaria con su zigzagueante caminar de sube y baja de Don Pedro Alejandro Z. ofreciendo rico menudo, los tamales dominicales de la Familia Ríos y aquel jacal olvidado (Juárez y Galeana) algún tiempo se ofrecía el servicio de baños públicos con agua caliente y después se convirtió en un bello paraje para bañarse, acá Doña Teresita, penetrar por la puerta del jacal pagar 20 Cvs. pasar los patios, algunas parras sembradas como queriendo emular viñedos y toda aquella área boscosa como un paraíso hasta llegar al balneario, empedrado en el piso.

¿Qué futuro le espera a este barrio tricentenario? Pues el progreso lo puede venir a trastocar, ya en días pasados se anuncio la construcción de otro vado por el río, frente al barrio, esto vendría a movilizar el trafico vehicular de sus todavía quietas calles.