Francisco J. Echazarreta

Bustamante

Lo que el tiempo se llevó

Francisco J. Echazarreta

Cuando estudio el clásico teorema de Pitágoras, en las matemáticas, recuerdo que el viajar por la hipotenusa es mas rápido que el viajar por los catetos, como si fuera una “travesía”.

Francisco J. EchazarretaCuando estudio el clásico teorema de Pitágoras, en las matemáticas, recuerdo que el viajar por la hipotenusa es mas rápido que el viajar por los catetos, como si fuera una “travesía”.

Esto viene a colación, porque una mañana del mes de Agosto, nos encontrábamos en la estación de ferrocarriles de la ciudad de Villaldama, una camioneta que había ido a dejar una carga a esta estación, nos había dejado al ilustre Héctor J. Treviño V. y un servidor, teníamos la intención de conocer el tren, lo aguardamos hasta que una persona nos indicó, que faltaban unas horas para que este pasara, pronto decidimos, y esto en plan aventurero, ir a pie hacia Bustamante.

Existe una “brecha” desde dicha estación, hasta el poblado, que toma la hipotenusa y el otro camino, era la de tomar toda la vía, hasta llegar al entronque con la otra carretera. que sube hasta el poblado (Bustamante) pero esto significaba ir por los catetos, mejor por la brecha y así llegar mas pronto.

Once de la mañana, sol de canícula, arbustos chaparros, cenizos, mezquites, polvo, lagartijos, veían nuestro andar, sudor, boca reseca y unos kilómetros por recorrer, vaya forma, dieciséis años cada uno de edad..

De frente la majestuosa Sierra de Gomas como una “Pared” o “Altar” como una puerta para que por ahí pudieran pasar “Gigantes Mitológicos”… El cañón de Bustamante.

Al ir caminando, paso tras paso, recordé el día que conocí el Arroyo del Huizache y el ojo de agua que parten dicho cañón…. Fue cuando en un DIA de campo, los maestros de la secundaria Antonio Solís nos llevaron en camiones de redilas, como si fuéramos animales… de hecho lo somos, pero racionales… felices cantando en el camión.

PASARON UNO, DOS, TRES, CUATRO, CINCO, SEIS, SIETE SEMANAS
PASARON UNO, DOS, TRES, CUATRO, CINCO, SEIS, SIETE SEMANAS
Y LOS VIVERES Y LOS VIVERES
COMENZARON A ESCASEAR

Dicho cañón formaba en aquel entonces un paradisíaco lugar virginal (1960) casi inexplorado.

El lonche consistía en tortillas de harina, una soda, más un plátano que llegaba todo aplastado, hacían de esto un recuerdo que me hacia, las tripas rumbar y al seguir caminando, a lo lejos se escuchan, los ladridos de los perros y por fin las primeras “casuchas” nos hace pensar que estamos cerca, entramos por el sur-oriente. de la plaza y lo primero que hicimos, fue el buscar una banca con sombra, la cual ocupamos por unos minutos, las dos y treinta de la tarde. Sol a plomo y el pueblo quieto, luego Jaime murmuró:

¡Mira ahí. Parece que venden comida!

El restaurante Ancira frente a la plaza, entramos al local sin comensales, sillas de palmito, mesas con manteles de cuadros, aspecto limpio, ocupamos una mesa en el rincón poniente-sur y frente a la puerta por donde habíamos entrado. Pronto una señora nos atendió y le pedimos comida. Nos sugirió, Cortadillo, con papas y una soda.

¡Adelante! y pronto nos sirvieron… Jaime intuyó y esta ha sido la primera y única vez en oír tales palabras…

¡Es de caballo!… ¡Fíjate que la carne esta bien roja y dulzona!

No le di importancia a sus palabras ya que… ¡El hambre es canija!

Al salir tomamos la calle de la presidencia, para el norte a pedir un “Raid” y fue cuando ya estando caminando por la calzada llena de nogales, que le dan una hermosa entrada al visitante, cuando un camión se paró y nos dio un aventón hasta Sabinas.

Años mas tarde el propio Héctor Jaime “compilaría” escritos de este municipio al habérsele declarado cronista de esta ciudad.

Mas estos apuntes son tan solo para dejar registro de las aventuras llevadas a cabo en esta tierra hermana, en donde se habla de nogales, grutas, cañones, serranías y sobre todo calidez en su gente.