La Expo…

La Bola Cuadrada

Desde la época prehispánica la necesidad de intercambiar productos o de comprar y vender mercaderías dio lugar a los tianguis, luego en pleno dominio de los conquistadores hispanos se implantaron las ferias comerciales ante la llegada de la Nao de China y el Galeón de las Filipinas al puerto de Acapulco o las embarcaciones repletas de productos ultramarinos europeos que fondeaban en Veracruz.

Otro tipo de ferias se realizaban con motivos religiosos al ser dedicados al santo patrón de algún lugar, en ambos casos la población, además de rendirle culto al dios del comercio, daba rienda suelta a la diversión con los juegos permitidos por la ley, donde se tenía que pedir autorización para las peleas de gallos y las corridas de toros.

Las ferias eran remansos de recreación, esparcimiento y solaz, esperadas con ansia para comprar o vender tal artículo o animales domésticos, sin olvidar los rumbosos bailes, juegos de azar, o eran los tan anhelados momentos de ver a la persona amada, pues los rígidos moldes de conducta, impedían la proximidad o acercamiento.

En Nuevo León las ferias y fiestas patronales han tenido un desarrollo histórico muy interesante y los antecedentes más lejanos de las que existen hasta hoy, son las tradicionales Fiestas del Señor de Tlaxcala de Bustamante, N. L desde el año de 1720. y Las Luminarias de Higueras, N. L. cuyo inicio se marca a fines del siglo XVIII.

En la actualidad, existen cerca de treinta ferias pueblerinas revitalizadas en 1986, por la directiva de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, A. C. con denominaciones como Feria del Cabrito, del Orégano, de la Manzana, Industrial y de la Nuez, entre otras.

Tanto a fines del siglo XIX, como en el siglo XX, se efectuaron exposiciones con el carácter de industrial, comercial, agrícola y ganadero y es a partir de la década de los 40"s cuando se establece en definitiva la Exposición como la conocimos y que hasta ahora perdura, aunque muy diferente de aquellas de postín celebradas antaño.

La Expo actual asentada en te-rrenos de la Unión Ganadera en Cd. Guadalupe, N. L. perdió sus características de industrial y comercial, para dar paso a la vendimia de mercadería barata, sin mayor relevancia e incluso de la llamada "pirata"; sigue conservando con orgullo el ser una exposición ganadera, donde se exhiben hermosos ejemplares vacunos, caprinos, ovinos y equinos.

La venta de alimentos en restaurantes y tugurios deja mucho que desear, por lo insalubre de las instalaciones y el manejo de la comida. Considerable cantidad de cerveza se vende a diario, tanto en locales acondicionados como verdaderas cantinas con o sin "shows".

Del famoso Palenque solo queda la presentación de artistas y los sorteos, ya no se oyen los cantos victoriosos de los gallos de pelea, sin embargo, el negocio sigue en grande, sustentado en la venta del líquido ambarino y de bebidas preparadas.

Los tumultos abundan y aunados a la mala condición del pavimento, hacen que la inseguridad esté presente a cada momento; mención aparte merece la contaminación auditiva producto del pregón áspero de vendedores y anunciantes de los juegos mecánicos.

La Expo en Cd. Guadalupe es para el pueblo pueblo y éste las disfruta a su manera, los fresas y estirados de las colinas chipinqueras solo asisten a ver y oír al artista de moda en El Palenque.

Urge corregir errores, darle más dignidad a las instalaciones, procurar fácil estacionamiento, no descuidar la inseguridad y controlar a los tomadores de cerveza como ya se ha hecho en otras ocasiones. La Expo fue orgullo de Nuevo León y debe seguir siéndolo, si con imaginación y creatividad se le proyecta con visión progresista, eso sí, cuidando de que no pierda ese sabor popular que la caracteriza.