Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño Villarreal

Al conjuro de la plata…

Historias de Sabinas

Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño VillarrealEl proceso de colonización del norte nuevoleonés se produjo noventa años después de la tercera y definitiva fundación de la Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey; las causas de esta lenta penetración fueron la escasa presión demográfica y el estado de “guerra viva” que se produjo por los constantes ataques de los naturales cazadores y recolectores, que de pronto vieron invadido su espacio vital, donde deambulaban libremente y lucharon hasta lo imposible por defenderlo.

Los contrafuertes de las sierras de Milpillas, Santa Clara y Gomas sirvieron de baluarte a los aguerridos alazapas, que impidieron el avance colonial por estas tierras, hasta que los peninsulares cambiaron de política y con la ayuda de los tlaxcaltecas lograron su objetivo al fundar el pueblo de San Miguel de la Nueva Tlaxcala, hoy San Miguel de Bustamante, N. L.

Sin embargo, el detonante de la penetración colonizadora fue el descubrimiento de plata en la Sierra de Minas Viejas por parte de los alazapas, hallazgo que comunicaron a los tlaxcaltecas y éstos al denunciarlo ante las autoridades coloniales, prohijaron que una serie de mineros, comerciantes y aventureros llegaran al lugar y pronto se fundó el Real de San Pedro Boca de Leones, en 1688, según el Maestro Israel Cavazos Garza, aunque otros autores fijan el año de 1690, como el año de su fundación.

Se señala como sus fundadores a Francisco Barbarigo, al capitán Juan de Villarreal, al sacerdote Francisco de la Calancha y Valenzuela y al tlaxcalteca Antonio González. La actividad minera fue tal, que incluso las autoridades del Nuevo Reino de León se establecieron en el Real, para vigilar el pago del quinto real a la corona española.

Al conjuro de la plata, el Real de San Pedro Boca de Leones quedó integrado por las mercedes de tierras concedidas a los solicitantes en Santa Fe, El Potrero, La Escondida y Peñuelas.

La labor misionera tuvo gran importancia en el lugar cuando llegó en 1714, el fraile franciscano Antonio Margil de Jesús con el propósito de evangelizar a los naturales; en 1715, se produjo un hecho histórico significativo para la vida de la población al establecer Fray Antonio Margil de Jesús el Hospicio de Guadalupe, edificio que hoy es sede del Museo Timoteo L. Hernández, en unterreno donado por el padre Francisco de la Calancha y Valenzuela.

El Congreso del Estado elevó a la categoría de Villa al Real de San Pedro Boca de Leones, según decreto número 114,  del 17 de marzo de 1828, siendo Gobernador de Nuevo León,  Manuel Gómez de Castro y el 23 de febrero de 1924, obtuvo el titulo de ciudad.

Villaldama, N. L. recibió un gran impulso al establecerse el ferrocarril entre Nuevo Laredo, Tamaulipas y la Ciudad de Monterrey en 1882, lo que permitió mayor rapidez en el traslado de personas, productos mineros y mercancías, situación que cobró relevancia al reactivarse la minería durante el gobierno del Gral. Bernardo Reyes.

La vida cotidiana dejo indeleble huella en territorio villaldamense y el conjunto de vestigios inmuebles que siglos pasados llegaron al presente, es un legado para sus actuales habitantes que deben preservar y restaurar y cuyo valor histórico, artístico y arquitectónico es de suma importancia al ser parte de ese pretérito acontecer.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia en Nuevo León realizó el Catálogo de Monumentos Históricos, Artísticos y Arquitectónicos de Villaldama, N. L. producto de las investigaciones de los arquitectos Jorge Luis Cruz Banda y Mónica Ovalle Salas, bajo la coordinación de la Dirección de Obras del INAH-NL a cargo del Arq. Benjamín Valdez Fernández.

Estamos seguros que a  este esfuerzo pionero se sumarán pronto otros municipios nuevoleoneses.

Desde el Cerro del Obispado en la Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey, el séptimo día del onceavo mes del año de 2005.