El viejo continente

De Solares y Resolanas

A Europa también se le conoce como el viejo continente, pues su territorio fue habitado por grupos prehistóricos que dejaron huellas de su paso en innumerables zonas arqueológicas. Por ser considerada la cuna de la civilización occidental y de ser escenario de grandes imperios como el griego, el romano y de pueblos ilustres como el etrusco y el celta; así como el florecimiento de la Edad Media y el Renacimiento, además de ser el eje en la era de los descubrimientos y el siglo de las luces. Ahí donde surgieron las instituciones del mundo contemporáneo, por eso a Europa se le conoce también como el viejo continente.

En 1993 el historiador e intelectual francés Jaques Le Goff escribió: “Europa se está construyendo. Esta gran esperanza sólo se realizará si se tiene en cuenta el pasado: una Europa sin historia sería huérfana y desdichada. Porque el hoy procede del ayer y el mañana surge del hoy. La memoria del pasado no debe paralizar el presente, sino que sea distinto en la fidelidad, y nuevo en el progreso. Europa, entre el Atlántico, Asia y África, existe desde hace mucho tiempo, dibujada por la geografía, modelada por la historia, desde que los griegos le pusieron ese nombre que ha perdurado hasta hoy. El futuro debe basarse en esa herencia que, desde la Antigüedad, incluso desde la prehistoria, ha convertido a Europa en un mundo de riqueza excepcional, de extraordinaria creatividad en su unidad y su diversidad”.

Como se advierte, los griegos fueron los primeros en llamarle Europa. En las obras de Homero escritas en el siglo VII, Europa es la parte continental de Grecia; por oposición al Peloponeso y a las islas griegas. En cambio Herodoto en el siglo V a. C, se refiere a Europa como lugar geográfico y limítrofe: “Los persas consideran Asia con sus pueblos como país. Europa y el país de los griegos dicen, está completamente de sus fronteras”. Desde el punto de vista histórico Europa se fue construyendo a partir de ser escenario y lugar de grandes civilizaciones: desde los estados helénicos al imperio romano, a los pueblos que florecieron alrededor del mar Mediterráneo hasta consolidar un continente en base a vínculos culturales, comerciales y políticos. Un lugar en el cual individuos como grupos podían moverse de un lugar a otro.

Desde la Europa dividida en el imperio romano oriental como occidental: las dos ciudades Constantinopla como Roma. De la primera se extiende una cultura con una tradición griega, primero hacia el mundo eslavo de los Balcanes y luego hasta Rusia. Al finalizar la edad antigua, grupos considerados bárbaros llegaron del norte para asentarse en los antiguos dominios de Roma. Pero también el sitio donde floreció la cultura islámica en la península ibérica a partir del siglo VII d.C. Europa fue originalmente el límite que separaba el imperio persa del griego y de pronto se fue construyendo a partir de regiones como las Galias, Britania, Germania y Escandinavia. Uno de los temas recurrentes en la historia de Europa es el de la unidad: desde el imperio romano, al imperio bizantino y el sacro imperio romano germánico. Y después del siglo XVI, Europa quedó separada desde el punto de vista cultural y religioso, la región mediterránea más bien católica y latina y el centro norte más bien protestante y germánica.

Pero Europa no solo designa a un continente, también es el nombre de una reina mitológica de Creta. Europa era una princesa fenicia, hija de Agénor y de Telefasa, hermana de Cadmo. Una ocasión Europa estaba con sus amigas en la playa. Zeus al verla se enamoró de ella y para conquistarla se transformó en un toro blanco; tan manso y dócil que Europa se acercó para ponerle flores sobre su cuello y finalmente se atrevió a montarlo. De pronto Zeus se levantó y cruzó el mar, llevándola hasta la isla de Creta en donde dio a luz a Minos y a Sarpedón, con el cual regresó a Asia.

La narración mitológica continúa: un hermano de Europa llamado Cadmo en compañía de sus hermanos Cílix y Fénix y de su madre Telefasa fueron a buscarla por mandato de Agénor, con orden de no volver al reino sin haber antes encontrado a Europa. Todos viajaron por mar hacia el oriente siguiendo la dirección que había tomado el toro volador. En el trayecto Fénix abandonó la búsqueda y fundó su reino al que llamó Fenicia, actualmente Líbano.

El resto de la expedición fue siguiendo la costa hacia el norte. Al poco tiempo murió Telefasa cuando dio a luz a Fineo. Cílix abandonó el viaje para fundó la Cilicia mientras Cadmo llegó a Delfos para consultar el oráculo de Apolo. El oráculo le habló: “Cubre tus ojos Cadmo y sal por cualquier puerta, toma la dirección a la que te dirija esa puerta y cuando veas una vaca con la luna en su cara, síguela sin cesar hasta que cese su camino. Entonces funda tu casa Cadmo, porque esa será tu tierra”. Cadmo cubrió sus ojos y a tientas halló la puerta que salía hacia el sur hasta que vio a una vaca con una mancha en la cara que era igual a una luna pintada con los cuernos hacia abajo. La siguió sin descanso durante en tres días hasta que la vaca finalmente murió de cansancio y Cadmo supo que ahí fundaría su nación.

Cuando la vaca murió, preparó un gran sacrificio a los dioses. Vio una fuente cercana y dijo a sus hombres que trajeran agua. Pero un dragón mató a algunos. Cadmo mató al dragón y Ares, el dueño de la bestia, montó en cólera. Pero Zeus lo detuvo y luego le mandó a Atenea con un mensaje. La diosa le dijo: “Planta los dientes del dragón esta noche y veras nacer de ellos cientos de fieros guerreros, más ocúltate de ellos pues te matarán. Al nacer se matarán entre ellos. Cuando queden pocos y cansados, lucha con ellos y vence a algunos. Si lo haces así tendrás a tu merced a los mejores y más fieles guerreros con los que puedas soñar”. Cadmo hizo lo que se le indicaba. Inmoló la vaca a los dioses y al llegar la noche con su mano derecha plantó los colmillos. La tierra inmediatamente se quebró y de ella nacieron los Spartai.

Ares insistió en que Cadmo debía expiar la falta que contra él había cometido por haber matado a su dragón. El héroe accedió a cambio de casarse con Harmonía la hija de Ares.

De todo esto llego a la siguiente conclusión: Europa no es un continente geográficamente hablando, es un concepto cultural e histórico el cual también se extendió a partir del siglo XV en América.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina