El fin del Surgimiento

De Solares y Resolanas

Entre 1978 y 1988 se pretendió hacer una ruta escultórica del Acero, del Vidrio y del Cemento con la intención de unificar y embellecer un corredor urbano e industrial, a través de la instalación de una serie de piezas escultóricas situadas entre Santa Catarina, San Pedro Garza García y Monterrey. Todas ellas elaboradas con materiales producidos y elaborados en las grandes empresas de Nuevo León. La materia prima hecha por nuestros obreros se convertiría en los símbolos que han hecho grande a Monterrey y a sus municipios ahora conurbados, hasta consolidarla como la capital industrial de México. Por sí solas, evocarían la razón de ser de cada fábrica a través de una obra de arte. Por razones de cuidado y seguridad, se desechó la idea de hacer esculturas con vidrio.

Uno de sus principales promotores fue el entonces gobernador de Nuevo León, don Alfonso Martínez Domínguez, quien continuamente expresaba su sentir por evitar que Monterrey fuera considerada una ciudad chaparra sin elementos o rasgos definibles a partir de su identidad y memoria histórica. Por eso intervino con los alcaldes para que se sumaran al proyecto. Y gracias al apoyo de empresarios y ciudadanos ilustres, comenzaron a instalarse las esculturas realizadas con materiales que las mismas empresas producían. En 1980 levantaron la obra monumental el “Surgimiento” de Rafael Calzada en el camellón central situado en el cruce de Corregidora y Díaz Ordaz en San Pedro Garza García. Para ello hicieron una estructura de concreto a la cual cubrieron con material cerámico y azulejo que se hacía en la Cerámica Regiomontana.

En 1982 colocaron en la entrada al complejo industrial AKRA Nylon de México, la escultura en acero “Teorema Lunar” de Manuel Felguérez. Y en 1985 inauguraron la “Puerta de Monterrey” de Sebastián, con una estructura metálica conformada por piezas geométricas y poliedros, precisamente en la entrada a Monterrey. También pusieron una obra compuesta por una serie de columnas de distintos tamaños alrededor de un círculo, a la que llamaban monumento a la Constitución, precisamente en un camellón central que se formaba en la “Y griega” que bifurca los caminos entre Santa Catarina y Saltillo, de la cual no tengo datos acerca de su autor.

Ya habían instalado el “Homenaje al Sol” de Rufino Tamayo en 1978. “Albatros” de Rosalinda Albuerne en la torre Gia sobre la avenida Morones Prieto y otra escultura correspondiente a la serie “Teorema Lunar” de Manuel Felguérez, sobre la entrada a un edificio que Alfa mandó construir como oficinas administrativa y que ahora es sede del poder judicial. En 1980 levantaron la obra monumental “Los Lirios” de Sebastián en una explanada correspondiente a las oficinas de CEMEX; el “Faro del Comercio” de Barragán en 1984 y la “Flama de la Solidaridad” de Nierman, en memoria de los damnificados y de aquellos que perecieron durante las crecidas del río Santa Catarina durante la tormenta tropical Gilberto. Hay que reconocer la contribución que Felipe Zambrano Páez, siendo alcalde promovió el establecimiento de otras obras escultóricas en diversos lugares del municipio de San Pedro Garza García.

A mi te tocó ver la hechura de la obra el “Surgimiento” entre 1979 y 1980. Parecía una flecha luminosa saliendo de la Tierra y orientándose al cielo. Una sección del arco iris, compuesta por cientos de mosaicos y azulejos de distintos colores. Un cuchillo de obsidiana apuntando al infinito. La veía diariamente, cada vez que iba y venía de Monterrey. Es más, viví enfrente de ella entre 1980 y 1987. Esa obra escultórica era la señal para saber que ya estábamos en el mundo cada vez que salíamos del Seminario de Monterrey. Cuando regresábamos, ese monumento nos indicaba que debíamos seguir con los procesos formativos propios del Seminario de Monterrey.

Cuando hicieron los pasos a nivel entre 1999 y 2000 la respetaron, cuidaron y hasta embellecieron. Un ícono que Cerámica Regiomontana dio al pueblo de San Pedro Garza García y de Santa Catarina y enriqueció el patrimonio artístico de Nuevo León. En ese proceso de obras viales, de los famosos “pasos a nivel” hizo que destruyeran el monumento a la Constitución, en donde actualmente se levanta la escultura metálica de José Luis Linares representando a virgen y mártir de Santa Catarina de Alejandría.

Rafael Calzada fue el autor del “Surgimiento”. Nació en 1951 en la ciudad de México. Egresó de la prestigiosa Academia de San Carlos. Por su aporte a Monterrey, en 1980 el club Sembradores de Amistad de Monterrey le dio un reconocimiento por su contribución al embellecimiento de nuestras ciudades, con el diseño y hechura de una obra escultórica monumental. Artista premiado en Europa, Estados Unidos y diversos países iberoamericanos. En 1993 fundó el primer taller de cerámica experimental en San Francisco, correspondiente a Santiago, Nuevo León. Su obra se define como abstraccionista-lírica.

En su obra artística, Calzada plasma su visión de las cosas, los objetos y de la vida. Piensa y ejecuta en colores. Sus pinturas y esculturas expresan su pensamiento. En ellos irrumpen tonos naranjas o azules que denotan la abstracción pura. Con sus trazos y líneas emergen círculos de fuego, meteoritos, objetos animados por una explosión sin fin de colores y de luz. A decir de Margarito Cuéllar, están hechos de fragmentos de sol, choques de astros, metáforas ocultas, misterios develados, fragmentos del día y de la noche; presencias que van más allá de lo terrestre. En cambio Teresa del Conde lo considera un pintor casi gestual, autor de atmósferas que parecen trazadas por ráfagas de viento. Autor de más pinturas que de esculturas. Por eso hay que valorar más su obra.

Pues bien, la escultura el “Surgimiento” de Rafael Calzada, lamentablemente fue sacrificada. Desde el domingo 7 de octubre comenzó su destrucción, en beneficio y en aras a la modernidad. Ahora veremos un grandioso puente que enlazará a Santa Catarina con Monterrey y evitará los congestionamientos viales a lo largo de la avenida Díaz Ordaz. Otro referente más que nos quitan de nuestro paisaje y de nuestras vidas.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina