De Coahuila somos y a Saltillo vamos, de adentro venimos y no nos cansamos

De Solares y Resolanas

Estamos aquí para conmemorar el 201 Aniversario del prendimiento de los jefes y de muchos insurgentes, quienes gradualmente cayeron prisioneros en este lugar. Al margen de las investigaciones que ubican el origen de éste acontecimiento histórico, en cierta forma relegado porque también coincide con la fecha del natalicio del patricio republicano, de aquel que convirtió a la república en un espacio de iguales circunstancias y oportunidades para todos, el licenciado Benito Juárez García, con justa razón nos congregamos alrededor de un monumento que nos indica lo siguiente: aquí nació la patria, entendida como nación cohesionada por la historia, la memoria y la identidad colectiva.

Según el ilustre médico Gonzalitos, la traición de Baján fue concertada en Villa de García.

De ahí de la antigua Pesquería Grande salieron las abuelas y las mamás de sus principales caudillos y héroes como lo fueron Ignacio Elizondo, Miguel Ramos Arizpe, Evaristo Madero, Francisco Madero y Venustiano Carranza. Él la obtuvo de información directa de un hermano de Ignacio Elizondo llamado José María, quien le contó que en la antigua Pesquería Grande, se entrevistaron Elizondo y el obispo de la diócesis de Linares Primo Marín y Porras. Luego el historiador Isidro Vizcaya Canales da cuenta de que en realidad fue un soldado presidial de Laredo llamado Ramón Díaz de Bustamante conocido como “el capitán colorado”, quién había convencido a Elizondo para que se hiciera pasar por insurgente y enojado porque no le habían respetado su jerarquía ni otorgado un ascenso militar, planeó todo un proceso de captura y aprehensión de los principales jefes insurgentes como Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez en Acatita de Baján, actualmente perteneciente al municipio de Castaños, Coahuila. Lo cierto es que en la traición de Baján participaron otros personajes como los ya mencionados, además de Bernardo de Villamil, Simón de Herrera y Leyva y Nemesio Salcedo.

Se dice que la división insurgente al mando de Ignacio Allende, venía huyendo hacia la Louisiana por las derrotas infringidas por el jefe realista Félix Calleja. Algunos creen que iban con rumbo a Texas para despertar las ansias independentistas de las poblaciones de San Antonio, Nacogdoches y de la Bahía del Espíritu Santo. Otros que en realidad traían la intención de comprar armas y municiones y otros para gastar el dinero que habían obtenido a través de sus robos.

Allende junto con Juan Aldama al frente de un contingente llegaron a Saltillo el 24 de febrero de 1811 en donde fueron recibidos con júbilo entre la población, mientras que el padre Hidalgo llegó en la madrugada del día 7 de marzo. Ahí los insurgentes recibieron la propuesta de indulto de parte del gobierno español, la cual fue rechazada.

Las tropas insurgentes salieron de Saltillo el 16 de marzo con el propósito de llegar a Monclova y de allí a Texas. Hidalgo y una parte de las tropas llegaron a la hacienda de Santa María del Rosario del valle de San Nicolás de la Capellanía, actual municipio de Ramos Arizpe. En ese lugar se presentó ante Hidalgo, Bernardo Gutiérrez de Lara, vecino de Revilla, actual Guerrero, Tamaulipas, a quién se le comisionó para que fuera a Washington con el fin de procurar apoyos para la causa insurgente, ya que el anterior comisionado Ignacio Aldama, había sido aprehendido en San Antonio de Béjar. Después llegó Ignacio Allende con el resto de la columna y pernoctaron todos en Santa María, para seguir su marcha hacia Monclova. Cuenta la tradición popular que en la capilla de la hacienda de Santa María, que data de 1721, el padre Hidalgo ofició su última misa. Se les había recomendado que llegaran a las norias de Baján en pequeñas partidas para que, tanto hombres como animales, pudieran beber agua en orden, dando oportunidad para extraer agua de la noria paulatinamente.

En esta ocasión apelo al sentido de la historia, aquella a la cual Cicerón sabiamente llamó Historia est vita memoriae, magistra vitae, la historia es la vida de la memoria, la maestra de la vida. Con estas palabras Cicerón explicaba en el siglo I a.C. lo que era para él la historia. Me ha parecido interesante comenzar este apartado con su cita ya que está repleta de sentido para entender los signos de los tiempos a partir del prendimiento de Baján. En un contexto de constante crisis como el actual, la historia nos debe hacer reflexionar, tomar conciencia de lo que somos; nos debe ayudar a seguir progresando. Porque la historia nos hace sentirnos parte de un grupo y como personas, nos brinda identidad y conocimiento de lo ya pasado. Hacemos historia a partir de los requerimientos del presente, bajo la premisa de entender a los actores históricos como hombres de su tiempo y no de los nuestros.

Destaco la anterior reflexión puesto que es un tema candente. En la actualidad le otorgan poca utilidad a las ciencias humanísticas, en concreto la historia. En un mundo en donde lo rentable, lo que es productivo, prima sobre lo demás, nuestra disciplina corre el peligro de quedar “apartada”, o no tener la importancia que merece, incluso dentro de los currículos escolares. A nuestro entender, la historia es una verdadera maestra de la vida y una conciencia histórica es un componente decisivo del presente de cualquier sociedad considerada desarrollada.

Hace 201 años, la historia de México se gestó en este lugar. Literalmente México significa lugar en el ombligo de la luna. Como apego a la tierra en la que nacimos, nuestras madres marcaban los solares enterrando los ombligos. Entre más profundo estuviera, mayor apego y cariño se daría hacia la tierra. En este sitio, llamado también norias o acatita, que necesariamente nos remite a los tiros con los cuales se buscaba ya sea el vital líquido como el metal precioso. Los antiguos mexicanos pensaban que los lugares en donde había agua, tenían que ver con el inframundo y con el origen de las cosas.

A decir verdad, no se sabe el significado etimológico de la palabra Acatita. Para algunos en realidad debe ser catita pues esta palabra refiere al hueco de una noria o de una mina. Es probable que la palabra acatita tenga su origen en la voz nahuátl: “Acatitlán” que literalmente es el lugar de las cañas o por entre las cañas. El caso es que el sitio en donde está la llamada Loma del Prendimiento, está en un lugar al que se le conoce como Norias de Baján o Acatita de Baján y que pertenece al municipio de Castaños, Coahuila.

Aquí está el origen de la nación mexicana. Porque en lugar de extinguirse la llama insurgente, con más fuerza surgieron los López Rayón, Morelos, Galeana, Matamoros, Guerrero, Guadalupe Victoria, Francisco Javier Mina, Servando Teresa de Mier y el ilustre coahuilense Miguel Ramos Arizpe. Este es el ombligo de la nación mexicana.

Aquí comenzaba Coahuila en la época colonial. Por éstos rumbos habitaron naciones de los grupos chichimecas. Lugar emblemático, abierto. De noches en las que aún se pueden ver las estrellas. Acatita de Baján es un lugar que nos debe ayudar a pensar y a reflexionar. La insurgencia no ha perdido vigencia y aun buscamos la verdadera independencia nacional que cumpla con los sueños y aspiraciones de aquellos que en éste sitio, entregaron su vida a la patria. De cara a la historia, a decir de Gabriel García Márquez: “a nosotros nos toca evitar que todo éste desorden, todo éste universo de rezagos y de injusticias forme el tamaño de nuestra soledad”. Y ustedes los de Coahuila lo saben, porque todas nuestras revoluciones han surgido en ésta tierra de hombres y mujeres de bien. Vivan los héroes que nos dieron patria y que viva Coahuila. Agradezco al Ayuntamiento de Castaños para decir estas palabras en este lugar tan significativo y representativo de nuestra historia. A José Guerrero Reséndiz que nos llevó hasta Monclova la Bella y a Castaños para conocer gente honesta y sencilla.

Palabras alusivas al 201 Aniversario del prendimiento de los jefes insurgentes

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina