Lic. Antonio Guerrero Aguilar

El día del Amor y de la Amistad

De Solares y Resolanas

Lic. Antonio Guerrero Aguilar

El día del Amor y la Amistad tiene su origen en una festividad pagana que se relaciona con la fundación de la Ciudad de Roma en el año 753 antes de Cristo.

Lic. Antonio Guerrero AguilarEl día del Amor y la Amistad tiene su origen en una festividad pagana que se relaciona con la fundación de la Ciudad de Roma en el año 753 antes de Cristo. Y que recuerda al episodio en que Silvia Rea, hija del Rey Numitor, procreó dos hijos del dios Marte. Ambos fueron introducidos por su madre en una canasta y los metió al río Tiber hasta que vararon en una de sus orillas. Luego una loba, (animal consagrado a Marte), se compadeció de ellos y los amamantó. De ese modo los salvó de morir de hambre. Luego Marte se los confió a un pastor llamado Fáustulo y a su mujer Laurencia, quienes llamaron a los gemelos Rómulo y Remo. Ambos estaban llamados a fundar un imperio cuando crecieran y como no sabían cuál de los dos iniciaría la empresa, una vez Remo tomó la iniciativa y dijo a Rómulo que él había visto a seis zopilotes revoloteando sobre el monte Avertino, a lo que Rómulo le contravino el hecho de que él había visto a doce zopilotes sobre el monte Palatino.  Esa la fue la señal esperada para la fundación del imperio. Pero Remo no aceptó las señales y reta a un duelo a su hermano, en el cual cae mortalmente herido por la espada de Rómulo. Este presa de la desesperación, intenta quitarse la vida. Pero arrepentido entierra a su hermano en un lugar al que llamaron Remoria y llama a la ciudad Roma en honor a su hermano difunto.

Para recordar el episodio en que la loba cuidada a los hermanos, los romanos hacían la fiesta Lupercial o Lupercalia, el 15 de febrero, temporada en la que el Fauno Lupercus embarazaba a féminas para engendrar faunitos y procurar así la vida silvestre. En las Lupercalias, los hombres en edad de merecer eran confinados a una cueva. Ahí bebían vino, mataban cabras y corderos, comían su carne, bebían su sangre y hacían unas tiras de cuero a las que llamaban februas. Ya embriagados, salían de la cueva en dónde los esperaban jovencitas que elegían a través de un sorteo previo. Colocaban en una ánfora los nombres de los jóvenes como los de las doncellas. Antes de salir de la cueva los muchachos sacaban la tarjeta con el nombre contenido e inmediatamente todos salían corriendo para dar de latigazos a quien cuyo nombre se habían sacado y hacerla su pareja  durante un año. Cuentan que para no quedarse con alguien que no querían, los jóvenes mandaban tarjetas con mensajes de amor a las muchachas que les agradaban. De ahí viene la costumbre de mandar tarjetas.

Como era una fiesta erótica, una fertilizante celebración para propiciar uniones sexuales y fecundidades, la Iglesia prohibió en el siglo V de nuestra era esos ritos paganos. Entonces se va a promover la festividad en honor a San Valentín, sacerdote y posteriormente obispo, que acostumbraba realizar casorios entre los soldados romanos y entre los cristianos. Pero el emperador Claudio II le prohibió que siguiera casando parejas, pues decía que un soldado casado no rendía igual que uno soltero, además de que sin bendiciones de uniones matrimoniales, se evitaría la propagación de las ideas ajenas al Imperio. 

Por lo que Valentín fue encarcelado, en dónde conoció a la hija del carcelero Asterio, una bella doncella invidente llamada Julia. Ahí en las mazmorras, Valentín le hablaba de las bondades de la religión cristiana, haciendo que Julia quedara embelesada. Dicen que una vez Julia le dijo que le gustaría ver para apreciar  todas las cosas que el mismo Valentín le relataba. Por lo que el preso le dijo que podía recuperar la vista siempre y cuando creyera en el Dios verdadero. Dice la leyenda que la celda de la prisión se iluminó con una luz radiante, haciendo que Julia exclamara: “Velentino, puedo ver”. “Gloria a Dios” exclamó Valentino. En la víspera de su martirio, Valentín le escribió una carta a Julia con la dedicatoria: “de tu Valentino” en dónde le pedía que estuviera cerca de Dios.  Valentín fue flagelado para finalmente ser decapitado en plena celebración de las fiestas  Lupercales, el 14 de febrero del año 270 o 273 de nuestra era. Cuenta la leyenda que Julia plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba, cerca del templo de Santa Praxedis en Roma. En ese árbol, se depositan hoy en día mensajes de afecto, amor y devoción y que llegan de todos los rincones del mundo. El Papa Gelasio elevó a Valentín a la santidad en el año 494 y a partir de 1969 la Iglesia Católica destinó al 14 de febrero como día del amor y de la amistad.

Ahora, ¿porqué relacionamos al día del amor y de la amistad con un corazón y un cupido flechándolo? Cúpido (también conocido como Eros) era hijo de Afrodita, la diosa que personificaba a amor y de Marte. Eros era la fuerza misteriosa que coordinaba los elementos y aseguraba la perpetuidad de la vida. Se le representaba como niño o adolescente, con gran belleza, desnudo y con aire de travieso, portando unas alas para expresar la ligereza en  acción y portando en sus brazos arcos y flechas. A quienes flechaba, inmediatamente quedaban enamorados.

Mientras que el corazón, en nada se parece al órgano central de la circulación sanguínea y que tiene unas válvulas por las cuales se bombea la sangre al cuerpo humano. El corazón que siempre vemos en cosas de amor, es un símbolo erótico que representa unas pompitas invertidas.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina