Entre Quetzalcóatl y Guadalupe

De Solares y Resolanas

Cuentan que el año de 1519 era el año en que se cumpliría la profecía. El imperio tenochca aguardaba con temor y expectación la venida de la deidad buena que les enseñó a labrar la tierra y a obtener sus frutos. Pero en lugar de llegar Quetzalcóatl, arribó un contingente de españoles comandados por Hernán Cortés. Entonces los mexicas, otrora amos y señores del valle de México, se vieron sometidos. No obstante, en muchos de ellos la esperanza del cumplimiento de la profecía seguía más viva que nunca. La serpiente emplumada llegaría para dar la libertad a los cautivos. Pero en su lugar, en 1531 ocurrió un milagro que suplió la esperanza de la llegada del dios bueno que bajó al inframundo para robar las mazorcas vitales. Por eso en las principales ciudades se encuentra su emblema: la serpiente emplumada.

Según la leyenda, Quetzalcóatl nació cuando no había luz, ni movimiento ni vida en el mundo. Fue él quien instauró un orden en el cosmos: separó el cielo de la tierra. En la tradición maya, se le considera el primer Padre, el ordenador del cosmos y el dios del maíz, la deidad que creó el alimento para los humanos y produjo la vida civilizada

Se dice que emergió del inframundo, portando las mazorcas vitales, con la cuales amasó y moldeó a las mujeres. También se le va a representar como el Ehécatl, dios del viento, la potencia que barre los cuatro puntos del cosmos para que llueva en la tierra. Es el soplo vital que le dio movimiento al cosmos.

Además del Quetzalcóatl como divinidad, también existe el sacerdote y el emperador que gobernó Tula, a cuyos pobladores enseñó la agricultura, el calendario, la escritura, la astronomía, la medicina y las artes y oficios. Tanto la escritura como el calendario, eran los dos saberes supremos que ordenaban los conocimientos fundamentales de Meso América.

Gracias a los aportes de la Serpiente Emplumada, hicieron de Tula, la mejor ciudad organizada de Mesoamérica. Pero esto le provocó la envidia de Tezcatlipoca quien después de un combate hizo que Quetzalcóatl huyera hacia el Golfo de México, en donde la leyenda cuenta que su cuerpo se quemó y se convirtió en Estrella Matutina o Señor del Alba.

También existe una leyenda en torno a su expulsión de Tula por haber cometido adulterio y dar mal ejemplo a sus gobernados, quienes le tendieron una trampa. Por lo que maldijo a sus enemigos, profetizando la venida de los hombres blancos en el año de 1519. Es cuando Moctezuma confundió a Hernán Cortés con Quetzalcóatl.

Los primeros misioneros religiosos al conocer sus cualidades divinas, lo van a hacer mensajero de Cristo y lo van a colmar de virtudes cristianas. Inclusive hay quienes lo van a confundir con el Apóstol Santo Tomás: Clavijero, Sigüenza, Fray Servando de Mier y Noriega, Lorenzo Boturini, quienes afirmaron que la imagen de la Tonatztin (de Guadalupe) era el estandarte de su capa.

El caso es que todavía en el siglo XIX los indios pensaban que algún día Quetzcacóatl regresaría para liberar a su pueblo. A tal grado de que aun existe la creencia del retorno de la Serpiente Emplumada, situación que bien aprovechó el entonces presidente de México, José López Portillo quien se creyó la reencarnación de Quetzalcóatl. Pero como Quetzalcóatl no llegó, muchos pensaron que en el Milagro del Tepeyac se cumplían las promesas de sus antiguos dioses.

Se trata de la Virgen María de Guadalupe que dejó en el ayate, la unión de lo masculino (el sol) con lo femenino (la luna y las estrellas). Para los mexicas, las deidades eran siempre masculinas y femeninas: era a la vez Tonatiuh y Tonatzin.

En la pintura la Virgen aparece encima del sol, cuyos rayos la rodean por doquier. Debajo se encuentra la luna y sobre el manto, las estrellas que conforman un mapa astral correspondiente a la época de las apariciones. La túnica es de color rojo pálido, correspondiente a Huitzilopochtli, el dios supremo y de la vida para los mexicas, color también del oriente, donde ella nace cada día victoriosamente cada mañana, después de atravesar los mortales riesgos de la noche. También es el color de la sangre que alimentaba al sol para que diera vida a todos los seres. Mientras que las flores son las flores del Tepeyac.

El manto es azul y verde, los colores de la divinidad del cielo y de la tierra fértil. Solo el emperador y las principales deidades podían usar juntos ambos colores. La señal de ingravidez con dos cintas negras caídas a lo largo del cuerpo rodean su cintura. Junto a ellas aparece una cruz indígena llamada quincunce que significa el encuentro del camino de los dioses y de los hombres. Es una especie de cuatro pétalos (camino de los hombres) en torno a un círculo central (camino de los dioses).

Este símbolo aparece en el vientre de María que indica que lo que va a nacer, es el encuentro de los dioses y de los hombres. En la garganta está la llamada Cruz de Quetzalcóatl y la referencia a la Leyenda de los Cinco soles.

La explicación sobre el origen y creación del universo se da en el relato de los cinco soles. Cuentan que el primer sol fue creado por Tezcatlipoca y habitado por gigantes que fueron devorados por jaguares. Quetzalcóatl hizo aparecer el segundo sol que fue ocupado por hombres, pero violentos huracanes lo destruyeron, los hombres que se salvaron se convirtieron en monos. El tercer sol fue formado por Tláloc y deshecho por una lluvia de fuego. Algunos hombres se transformaron en aves y pudieron salvarse. Chalchiuhtlicue creó la nueva humanidad o cuarto sol, pero ésta época fue destruida por grandes inundaciones. Los hombres que se salvaron se convirtieron en peces. Hasta aquí la importancia a los cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego. El quinto sol era en que vivía el pueblo mexica. Estaba presidido por el dios del sol Tonatiuh y se supone que sería destruido por terremotos.

Las alas en la parte inferior significan el origen divino de quien se aparece. Según la Piedra del Sol, cada era, era introducida por un ser celeste. En la tilma, María de Guadalupe significa la nueva era de la salvación a través de Jesús y del Espíritu que le hace nacer del seno de la Virgen Madre de Dios.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina